sábado, 8 de febrero de 2014

Estallido

Y llegó el tiempo en que el amor floreció por todos lados, como las margaritas silvestres, como las azucenas, como los geranios, las buganvillas y los jazmines, convirtiendo cada noche en tormentas tropicales de pasión y cada día en humeantes guisos de azúcar, canela, caricias y besos con lengua, tan, tan intensos que toda la casa era un bullir de jadeos y gemidos.

Cuando llegó el tercer día, el sudor que se acumulaba dentro de la alcoba les obligó a abrir por fin las ventanas de par en par, esparciendo por el patio las esencias de los flujos vaporosos de tanta pasión.

En pocos minutos, el aire se llenó de pequeñas gotas de lluvia que,  mezclada con los olores corporales, hizo que las mariposas del bosque fueran a describir sus alas multicolores encima de las rosas rojas, amarillas y blancas del parterre.

Hubo una explosión de cantos alrededor de la gigantesca palmera que dominaba el patio, pues todos los mirlos, gorriones, pinzones, petirrojos, verdecillos, e incluso una despistada calandria vinieron a compartir sus melodias con el resto de seres.

Incluso un arcoiris se posó en el cielo.

Parecía que todos los olores, sabores y sonidos se hubieran sumado a la fiesta de aquellos dos seres que se amaban.

No hay comentarios: