domingo, 27 de enero de 2013

El rompeolas

Colgó sus pies spbre el rompeolas como cada tarde hacía y se dispuso a contemplar el atardecer, la caída del sol sobre el océano, tan diferente siempre, tan especial para él que por nada del mundo se lo perdería. Lloviese, hiciese temporal o vendaval, siempre estaba allí.

En ese momento recordó aquel otro en el que, muchos años antes, su cuerpo, su corazón había sentido lo más profundo que un ser puede vivir.

Allí, con las olas rompiendo de un lado al otro del mar de piedras, su boca se unió al de aquella chica, sus labios fueron uno solo y su corazón parecía estallar.

En el rompeolas sintió el primer amor.

miércoles, 23 de enero de 2013

Sueños de allá

Soñó con una gran avenida llenas de coches, al final de ella un gran obelisco, inmensos rascacielos que se elevaban hacia el cielo cada cual más vistoso, cada uno diferente de la avenida Juana Manso, con el mismo nombre y apellidos que su madre,  paseó por el canal al que se asomaban ,antaño puerto de la capital, hoy símbolo de una zona nueva, que se abría al mundo como el país, paseó por el puente móvil de Calatrava que lo atravesaba, se deleitó con los helados únicos que se deshacían en la boca, se permitió el asado que tantos años ansiaba poder disfrutar, observó el ir y venir de sus gentes, se embebió de cultura y de historia en el Café Torttoni, y al atardecer, como si fuera Cádiz, se asomó a su baluarte mirando ese Río de La Plata que le hacía recordar su tierra.

Y se sintió un argentino más.

Cuando despertó, aún continuaba allí.

viernes, 18 de enero de 2013

" Canto a Facinas "

Cuando muera, que algún día llegará mi destino, quiero que mi cuerpo y  mi alma descansen allí donde nací.

Donde los vientos se pelean entre sí ansiando el poder.

Donde aún huele a horno de leña.

Allí donde dí mis primeros pasos, donde la infancia de un niño quedó marcada por el olor de la madera y el del pan recién hecho.

Donde los buitres tienen su reino, donde muchas veces fui feliz

En mi pueblo quedarán mis recuerdos, mis alegrías, mi familia.

Allí, en Facinas.

domingo, 6 de enero de 2013

El gran salto

Desde siempre pensó que el hombre era un ser incompleto al que básicamente le faltaba una cosa: volar.

Estudió el movimiento de las aves, sus extremidades, su capacidad para sortear obstáculos girando las alas, su aguante durante horas y días sin descansar, se extasiaba en el movimiento perenne de los buitres, esos grandes pobladores del cielo que cada vez que miraba hacia arriba los veía, aprovechando las corrientes solares.

Alguna vez tuvo la oportunidad de observar el picado de un halcón en cacería en el campo, era maravilloso la velocidad que esa ave tan pequeña podía desarrollar.

Lo malo era que cuanto más remiraba en libros especializados, en internet, cuantas más horas perdía, crecían en su interior dos sensaciones contrapuestas: la impotencia por no poder hacerlo y la ilusión por llegar a volar, dos choques en su mente que le hacían comer poco, dormir menos y abandonar su vida social.

Se concentró en conseguir su objetivo, ahorró todo el dinero que fue capaz y por fin un día, tras haber contactado con una empresa que organizaba  lanzamientos en paracaídas, decidió que era el momento que tanto ansiaba.

La noche anterior consiguió dormir como nunca lo había hecho en los últimos años, una sensación placentera le poseía.

A las 09.00 horas del martes día 05 de Septiembre de 2002 quedó señalado en su calendario mental como el que cambiaría el signo de su vida y puede que el del futuro del hombre.

A las 07.30 horas ya estaba preparado, había desayunado frugalmente.

En su reloj dieron las 08 horas y 55 minutos, estaba nervioso pero confiado.

Justo cuando la alarma  sonaba dando la hora señalada, Raúl tomó carrerilla y


voló...




Por el balcón de su quinto piso.





Su cuerpo quedó sobre el suelo del campo de tierra de la urbanización.


Su alma seguramente seguirá volando por aquí y allá.


Libre.