sábado, 14 de septiembre de 2013

El hombre del saco

El hombre dejó su saco junto a los escalones de entrada, saludó a la mujer mayor, muy mayor, sin edad para ser más exacto, que se encontraba detrás del mostrador. Ella, sin decir nada, se fue hacia el patio que daba acceso a su casa y al momento salió un chico que le dió dos palmadas en el hombro, buscó en el cajón y le dió una cajetilla de celtas cortos. El hombre sonrió agradecido con esa boca escasa en dientes que no le hacían mayor, simplemente, eran faltas de los avatares de la vida.

Juntos salieron a la calle y se sentaron en el primer escalón del estanco. Hablaron de cosas del pueblo, pasó el maestro camino de la barbería, en la puerta de su tienda se asomó Antonia Notario, les miró a lo lejos pero no les dijo nada, pues su vista no alcanzaba hasta donde estaban ellos. Algunos niños más se sentaron junto al hombre del saco, bromeaban, mujeres subían la empinada cuesta con cestas de mimbre cargadas de compras del cercano mercado.

Bartolo les decía adiós con la alegría que daba su libertad, pero esa era también su forma de ser.

Han pasado tantos años como recuerdos, pero en mi mente siempre estará el hombre que eligió vivir con su armónica, su perrillo y su cueva como compañeros.

No hay comentarios: