miércoles, 24 de octubre de 2012

El 24 de Octubre de 2012

Imagínate que llegara un día en que:

Los politícos catalanes dijeran tonterías como que Cataluña está amenazada militarmente por España.

Un loco demente enamorado de una niña de trece años  la matase con una escopeta.

Un preso que no se arrepintiese de sus delitos de sangre se vaya a su casa a morir.

Los indignados rodearan el Congreso de los Diputados hartos de ser ignorados.

La educación fuese lo más castigado por los recortes.

Los inmigrantes temieran ponerse enfermos porque automáticamente se convertirían en proscritos y la atención médica no fuese universal.

El hambre se convirtiese en una amiga inseparable de muchos ciudadanos.

Los bancos siguieran ganando dinero, mucho dinero.

Las multinacionales siguieran multiplicando sus beneficios.

Hacienda persiguiese a los autónomos como piratas.

Pues ese día ha llegado.

No es el once del once del doce.

No, es el veinticuatro del diez del doce.

viernes, 19 de octubre de 2012

Un día especial

Hoy es uno de esos días en los que apetece solamente hacer una cosa: Sentarse en el patio a contemplar la lluvia caer, con un buen libro en las manos y dejar que el cielo se manche de negro, que pierda su tonalidad acostumbrada, que el sol no quiera trabajar y que las estrellas se tomen un descanso en el guiarnos por el mundo.

Ni obligaciones, ni niños, ni carreras, ni coches, ni siquiera radio, solamente agua y más agua castigando la mesa de cristal,  dejando que las canaletas del techo marquen el camino a seguir hasta llegar hasta el suelo.

Es un día para que los sentidos se desparramen, los recuerdos se mezclen con las miles de gotas, y la naturaleza se muestre con fuerza.

Hoy es un día de esos que llamamos especial.

lunes, 8 de octubre de 2012

Dos viejos zapatos negros

Junto a los juzgados de Sevilla, abandonados en la acera, yacen dos zapatos negros. No son muy viejos, ni están rotos, solamente son dos zapatos, un par con las bases están aplastadas por el uso de alguien que no quería perder el tiempo en calzárselos, o no supo.

Dos zapatos sin dueño, pero seguramente con un pasado, el del que espera que su ser querido salga por la puerta despues de un fin de semana de calabozo, del que se abandona a sí mismo, del que no sabe ni adonde va, ni de donde viene.

Zapatos de un vagabundo de sí mismo, o de la prostituta que espera a su chulo, o del drogata que aprovecha la oscuridad de la noche para meterse todo lo que pueda.

O simplemente, de la que se compró un par nuevo y tiró los viejos donde mejor le vino.

Dos zapatos negros usados cuya historia no conoceremos jamás.

Mejor así.

sábado, 6 de octubre de 2012

Santiguarse antes de salir

Ocho de la mañana, en el semáforo de siempre, salida de ciudad dormitorio hacia Sevilla. Miro a mi izquierda, un Opel Astra familiar conducido por un hombre. Me imagino su situación, el hombre casi no ha dormido en toda la noche. Se ha afeitado a toda carrera, ha dejado a su mujer vistiendo a los niños, les ha dado un beso a los tres, a ella uno más profundo, ella se ha extrañado de tanta efusión, no es normal.

El semáforo sigue en rojo, continúo su historia. Mira en el asiento del copiloto, y efectivamente, está el maletín, quizás el encargo de su vida, hoy no es un día normal, no, ese maletín debe llegar a su destino, y en una hora determinada. Tiene exactamente dos horas y quince minutos. El tiempo suficiente para tomar un café cargado, disimular un poco en la oficina como si hiciese alguna gestión y salir como todas las mañanas a las nueve y treinta horas. Supuestamente, a buscar nuevos clientes. Eso es lo que piensan todos, incluso ella, su mujer.

Ellos no se le permitirían, no, esas son las reglas, las innegociables reglas de la secta, las que aceptó hace ya tres años, y no se ha arrepentido jamás, aunque las exigencias sean fuertes, duras.

El semáforo se pone en verde, arranco, él también, pero antes se santigua antes de apretar el acelerador y cambiar de marcha.

Le veo marcharse.

Suerte.

O no.