A ti, fiel oyente de mis desvelos.
Corazón inflado de paciencia.
Siempre estás ahí para oírme.
Nunca te quejas.
Tus pequeños ojitos negros parecen escrutarme y yo siento como me comprendes cuando me quejo de la vida tan asquerosa que llevo.
Para qué querer a otros, chuchos que me crearían otras obligaciones y que seguramente no serían capaces de entenderme.
Cuando llego a casa sé que estarás detrás de la puerta esperándome con la colita estirada, que yo te cogeré en brazos y te pondré en nuestro sofá.
Veremos juntos las películas, siento que eres mi mejor amigo, mi único amigo.
Por eso, te tengo que decir aquí y ahora algo que ni siquiera he sido capaz de confesar a ninguna chica.
Te quiero Lucas.
Te quiero, pequeño gato de porcelana.
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