jueves, 1 de septiembre de 2011

Preludios de otoño

Caen las últimas gotas de agua del verano, o más bien, el otoño se asoma a la puerta y lo hace con fuerza.


Es tiempo de nostalgia, de olor a tierra mojada, de naturaleza viva.


Debía haber roto hoy la barrera que nos autolimita muchas veces, esa que mentalmente nos impide dar el paso adelante y romper el miedo, o quizás la dejadez, la pereza. Pero yo tenía ganas de pasear por el campo bajo la lluvia, aspirarme de ella, empaparme hasta los huesos, oír cómo me caía encima, sentirla, como a esta hora, las 21.36 h., cuando cae con inusitada fuerza sobre Dos Hermanas. Lástima que no aprovechara la oportunidad.


Mañana queda otra, pero diferente. Apuraremos el último día en la playa, como continuará igual, intentaré mojarme dando paseos junto al mar, otra sensación intensa, y si es por la noche, más aún.


Bajo la música, " Tubullars Bells " y oigo el caer de millones de gotas sobre el suelo, repiqueteando sobre los charcos, con rabia, como si llevase tiempo aguardando este momento, seguro que sí, que allá arriba discutirían, chocarían, pelearían por dejarse caer hacia la tierra.


Aprieta, se intensifica, se agrava el manantial espontáneo, se me acaban los adjetivos para describirla.


Paro un momento de escribir, salgo a la calle y dejo que me abracen, las siento cerca.


El cielo se ilumina, no hay rayos, ni truenos, las nubes se desplazan con rapidez; entre sus huecos, dos estrellas quieren asomarse al espectáculo como espectadoras que comparten el momento conmigo.


No hay nadie en la calle, cuando llueve, la gente suele ir a buscar desesperadamente los paraguas, hay caras largas, sorpresivas, las chanclas sobran hoy, los charcos mojan las piernas, todo es incomodidad, aquellas que se acaban de arreglar el pelo en peluquerías maldicen, ahora no es bienvenida la lluvia.


Yo debo ser un bicho raro, aunque sé que como yo somos muchos los que adoramos este estado.


LLueve...









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