viernes, 11 de febrero de 2011

Abogados

Siempre que tenía juicio en Cádiz, a Mario le gustaba reservar la noche previa en su hotel preferido, por las vistas al mar y porque allí había sido feliz durante siete maravillosos días hasta que ella se marchó sin avisar para no volver jamás. De eso hacía ya quince años, pero parecía ayer.

Se sentó en la maravillosa terraza frente al mar, pidió una copa de Rioja con gaseosa, y se enfrascó en la concienzuda revisión del expediente; la más famosa tonadillera se sentaría en el banquillo como acusada y había nulas probabilidades de pacto previo para evitar la cárcel.
Aún así confiaba en salir victorioso, quería incrementar su ego personal, buscaba a una señora llamada fama.
Pagó el recibo de las cinco copas y se durmió pensando en Carla.
De madrugada, otra señora vino a llevárselo para la eternidad, iba vestida de negro.

No hay comentarios: