domingo, 23 de enero de 2011

Un viaje plácido

Estamos en el avión que nos llevará de vuelta a España desde Buenos Aires. Es un bimotor gigantesco de Iberia que va lleno hasta los topes. Algún niño pequeño, el equipo de rugby junior de Argentina que vuela hacia Rumanía vía Madrid y mucha gente joven. Muchos llevan el portátil, como yo, para conectarse en vuelo una vez que despeguemos. El comandante del aeroplano acaba de comunicar que uno de los motores auxiliares no funciona, así que no sabemos si se demorará mucho o ni siquiera si volaremos. No estamos nerviosos, sí un poco expectantes, mientras tanto me entretengo redactando este email y mandándolo por outlook. Tenemos varios periódicos de nuestro país para entretenernos. No tengo hambre, aunque sí un poco de sueño, creo que voy a dar una cabezadita. Son las 14.00 horas de acá en Buenos Aires.
15.30 horas. Me asomo por la ventanilla y veo cómo reparan el motor averiado. Llevan un buen rato, el camión se marcha, espero que lo hayan podido solucionar porque no hay otro avión de Iberia en todo el aeropuerto de Eseiza, así que o lo arreglan o nos quedamos en tierra. Tampoco me importaría volver a la capital y vivir otro día más, es una ciudad apasionante.
Mensaje enviado.
16.00 horas. El comandante comunica por radio que el problema se ha solventado y que en diez minutos apaguemos todos nuestros ordenadores, nos pongamos los cinturones de seguridad pues el avión va a despegar. Por fin. Siento pena por dejar este maravilloso país. El vuelo durará doce horas sin escalas y atravesaremos todo el océano Atlántico entrando por el Estrecho de Gibraltar.
17.50 horas. La primera cajita con comida de Aerolíneas Argentinas nos la sirven las azafatas: como ya hemos hecho muchos vuelos internos nos conocemos al dedillo el contenido, una carne metida en un bocadillo plastificado, una ensalada con brócoli que no me gusta, algo de mantequilla, y dulce de leche.
En una de las muchas pantallas distribuidas por el avión comienza una película, Invictus, de Morgan Freeman, o cómo un país fue capaz de ganar el campeonato del Mundo de Rugby gracias al apoyo de Mandela en tiempos del Apartheid. La veo con interés, no se me hace pesada ni mucho menos, incluso llega a emocionarme.
Miro por la ventanilla y veo la selva del Mato Grosso brasileira, impresionante, un río serpentea haciendo eses.
21.30 horas.Me he quedado dormido un buen rato. Me perdí parte de la cena, pero me da igual.
Quiero leer pero no puedo, me puede el sueño.
Mensaje enviado.
02.23 horas. El avión está haciendo algunos extraños en el aire, serán las turbulencias. Apago el ordenador y me pongo el cinturón.
02.45 horas. El comandante ha avisado de una pequeña avería en el segundo motor auxiliar, el que arreglaron, no nos tenemos que preocupar, aunque yo miro alrededor y las caras no son demasiado tranquilizadoras.
Mensaje enviado.
03.20 horas. Sobrevolamos el Atlántico y el piloto lleva tiempo maniobrando de forma extraña. Preguntamos a una azafata que pasa por el pasillo nuestro si pasa algo. Ella se para un momento y dice que no, pero nos fiamos, va demasiado rápida.
03.40 horas. El comandante acaba de avisar que el motor número uno se ha parado totalmente y que funcionamos con uno sólo, pero que no nos preocupemos, que el avión puede continuar hasta el final del trayecto. Ya nadie duerme, algún niño llora, todos nos miramos, intentamos preguntar pero nadie aparece. Queremos una explicación que nos tranquilice. La gente comienza a levantarse y el nerviosismo es patente.
03.52 horas. La mayoría de los pasajeros se ha levantado mientras el comandante insta por favor a que permanezcamos sentados y con el cinturón de seguridad puesto. No pasa nada, repite, no pasa nada.
04.20 horas. Una mujer mayor chilla porque ha visto llamas en el ala izquierda, todos nos asomamos y efectivamente, en la oscuridad de la noche nos impacta mucho más. Esto ya nos lo tienen que explicar.
Mensaje enviado.
04.30 horas. Este es el último mensaje que podré enviar, no sé siquiera porqué tengo la sangre fría de pararme a escribir cuando sabemos que vamos a morir todos. El comandante acaba de avisar que tendremos que hacer un aterrizaje de emergencia en pleno océano, esto es el fin.
Algunos rezan, la mayoría ha perdido los nervios, otros se abrazan, la histeria es total.
No hay solución.
Papi, mami, os quiero mucho.
Mensaje enviado.







Coooooooooorten.