jueves, 6 de enero de 2011

" La casa de la tristeza "

Habían recogido todos los pedidos que los pajes reales les habían entregado vía cartas de niños y adultos.
En las inmensas fábricas de regalos, libros, deseos y millones de juguetes no quedaba nada por hacer, las sacas estaban llenas y perfectamente marcadas por zonas para ser entregadas la noche mágica, la de la ilusión.
Quedaban pocas horas y los reyes estudiaban los mejores recorridos para las entregas sin que pudiesen ser vistos.
A las doce en punto, el gigantesco y preciso reloj de la casa real sonó como cada año y en ese momento, Melchor, Gaspar y Baltasar salieron prestos hacia sus destinos.
Todo transcurría con la normalidad y la diligencia necesarias hasta que en una saca del último rey, Baltasar, un objeto comenzó a avisar de forma desordenada de que algo no iba bien.
Este paró su camello, con los guantes de seda de la mano derecha sacó el producto que activaba la alarma y lo miró detenidamente.
Era un libro, grande, vistoso y atractivo.
Pensó que tenía algún defecto, pero tras consultarlo bien detectó el error.
No debía entregar ese libro a su destinatario, no se lo merecía.
Sintió pena por él, por la ilusión con la que los trabajadores de la fábrica lo habían creado, pero el destino estaba marcado, no debía contradecirlo,eran las reglas.
Metió el libro " El prisionero de Matausen ", en la saca de los regalos malditos y continuó las entregas.
Desde entonces, él y otros miles de regalos penan en · " la casa de la tristeza ", y allí vagarán por siempre jamás.

No hay comentarios: