martes, 30 de noviembre de 2010

" Arcoiris en el cielo "



Esta tarde, entre una actividad extraescolar y otra, la lluvia nos dejó este espectáculo inolvidable, se me encendió una bombillita y corrí a mi casa por la cámara de fotos. Esta imagen la pude rescatar cuando ya sólo era un pequeño difuminado.



Ahora os dejo con la otra, es la tercera vez en mi vida que he tenido la oportunidad de ver dos arcoiris juntos, la primera fue en Asturias y la segunda en las cataratas de Iguazú.



Espero que alguno pudiéseis contemplarlo, si no, ya tendremos alguna otra oportunidad.








domingo, 28 de noviembre de 2010

" Otoño de sensaciones "

La lluvia despliega su impasible manto sobre las calles.

Nadie pasea, el desierto de la noche lo inunda todo.

La ciudad parece muerta.
Solamente los fosforescentes neones de alguna tienda permanecen impertérritos ante las miles de gotas.

Algunos árboles lloran cientos, miles de hojas, y se despiden de ellas hasta nunca.

Otros luchan a brazo partido en desigual batalla contra el viento.

Nostalgia, tristeza, desasosiego, inquietud.

Otoño.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

" Libertad "

Pronto está el camino hacia los infiernos, la perdición está cercana.
Hace unos años, quizás demasiados, mi piel era dura, tersa, mirábamos hacia el cielo, al infinito, pero ahora me miro al espejo y siento que el tiempo no perdona.
¿ Cuántas veces habré sentido una lengua curiosona sobre mi aureola ?. Quién sabe, y cuánto placer me producían esos dientes mordisqueándome con destreza, con pericia.
He perdido la cuenta de las bocas diferentes que me habrán saboreado ,
Ahora, cuando llega el verano, mi ego sube, mi vanidad se acrecienta, gozo con las gotas del mar, saltando en la playa o simplemente sintiendo el cosquilleo de miles de granos de arena.
Mi cuerpo se envuelve en cientos de colores, los molestos aros dejan de atenazarme y durante muchas horas me siento libre, desnudo, para ser acariciado, saboreado, lamido, apretado e incluso chupeteado.
! Quiero sentir !.

Escrito en la " Manga del Mar Menor, 16 de Agosto de 2004.

lunes, 22 de noviembre de 2010

" Otoño "

A mi mente llegan recuerdos pasados en un tiempo de nostalgia. Sin mucho esfuerzo pasean por mi cabeza situaciones de una tierra diferente. Paro la imagen en una de ellas:
Los setos que escondían risas de niños en el parque, en los columpios, en la arena, están ahora solitarios, casi ausentes. Solamente el levante, que estos días anda valiente, es capaz de hacerles compañía, y los mece a su antojo. La barrera de la entrada está subida, así permanecerá unos meses hasta que comience de nuevo su función. De su lado ha desaparecido la silla que soportaba al vigilante en las noches de forzado insomnio.El supermercado cderrdo, las sillas de la terraza vacías, las hojas secas lo inundan todo.La recepción no escupe llamadas de teléfono ni ruido de impresoras, incluso el ordenador está apagado, ya nadie mira por la ventana quién entra en el recinto porque ninguna persona aparecerá.
Tendido en el sofá, con una taza de café sobre la mesa de madera, miro hacia atrás y veo una barra desnuda, sin alma. Sonrío para mis adentros recordando tan sólo un mes antes cuando todo era un fluir de tostadas, platos, gentes pidiendo las más variopintas bebidas y tres camareros multiplicándose en el pequeño reducto que dejaban las máquinas. Como domingueros en manifestacióon, la marabunta llegó y se marchó, dejando algún rezagado holandés, belga o familias portuguesas que solían viajar en temporada más baja. Ya no queda ni siquiera ellos, ni el personal con el que tantas experiencias se vivieron en este verano tan duro, intenso, pero al mismo tiempo, gratificante.
Doy el último sorbo al café y remuevo un poco la leña de la chimenea. Justo en ese momento llega el comercial al que pido azucarillos, té, cuchillos de plástico para las tostadas, todo en pequeñas dosis.
Antes todo era distinto, llegabas a las nueve de la mañana y marchabas como mínimo a las doce y media de la noche, y eso si no me paraba a tomar una copa por el camino.
Comienza a llover sobre el camping, el agua cae racheada, arrastrada por el viento de levante. Mi alma se vuelve más nostálgica, quizás porque no tengo nada que hacer, dejo vagar mi cabeza hacia atrás en el tiempo. Se marcharon los italianos anhelantes de marcha, se fue el cura alemán que se se tomaba las jarras de cerveza como vasos de agua, por litros, los belgas que buscaban las olas y suspiraban cada noche al ver el tiempo en el telediario.
Algunos volverán, otros quizás buscarán otros puntos para el surf, pero el ciclo de las estaciones se repetirá año tras año en el camping Paloma en Tarifa.
Observo cómo se apagan los últimos rescoldo, la ceniza va tomando color y fuerza.
Pasan los días lentamente, como la vida, añorando en parte horas intensamente vividas en el verano, en parte disfrutando de la paz que da la soledad.
Es otoño.
Año 1991

martes, 16 de noviembre de 2010

Once de la mañana, una transitada calle de un barrio popular de Sevilla, entramos en un bar. El local es pequeño, dos paredes de cristales conforman la visión total de la gente que pasa, que entra, que sale o simplemente pasea. La barra ocupa casi todo. Dentro dos camareros se afanan en servir a todo el que entra. Dos marujas toman café con media tostada sentadas en las escasas mesas que caben fuera. Grandes latas de foiegras, sobrasada, manteca colorá, blanca, mantequilla arias, tulipán con su cuchillo clavado a modo de puñalada esperan manos para untar, el tostador es redondo, los cafés cargados y en vasos pequeños, el bote de las propinas en una lata antigua de trina, no hay cocina, dos pintores charlan a nuestro lado, uno joven con un pendiente redondo que le atraviesa la oreja a modo de tribu africana massai y el otro más mayor con canas y coleta recogida, pero que le llega a media espalda. Los camareros saben qué necesita cada cliente solamente con verles la cara, no hay chinos aunque dos máquinas tragaperras esperan clientes. Los minúsculos servicios avisan a los gordos que no es buen sitio para ellos. Los anises, licores, coñacs y demás alcoholes detrás de una vitrina de cristal. Las tres mesas restantes también están ocupadas por mujeres que hacen la compra. Servilletas de papel engurruñidas en el suelo, dentro y fuera de la barra, como es típico, no hay papeleras para tirarlas, es parte de la idiosincracia del bar.
Dos escudos de madera del Betis y Sevilla marcan la equidistancia, o las pocas ganas de decantarse, un televisor culón antiguo marca JVC y un TDT para ver los partidos de no pago, está apagado.
La barra es metálica, mejor para limpiar, reluciente, contrasta con el suelo.
Pagamos los dos euros de rigor y nos marchamos. No falta un buenos días y el vaso de agua.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Desamor

Estoy aquí tirado en la cama, son las tantas de la madrugada y no sé cuantas cervezas me habré tomado ya, hace rato perdí la cuenta. Mi almohada chorrea lágrimas, son las mismas que depositaron mis ojos.
Sí, estoy borracho, y qué, qué pasa, uno tiene derecho a beber en demasía cuando siente lo que no debe sentir, cuando quiere amar y no puede, cuando la cabeza dicta unas órdenes que el corazón no obedece, cuando he tenido que luchar tantas veces contra mí mismo para no decirte lo que me apetecía.
Cuántas mentiras, cuantos besos reprimidos, cuantas caricias soñadas, cuánto amor oculto, queriendo siempre disfrazarlo con amistad sincera.
Tantas veces ensayé frente al espejo las palabras mágicas, pero nunca fui capaz de confesártelo.
Hoy, tu llamada a mi móvil desde Montevideo me rompió.
Un raro presentimiento me decía que se acabaría todo, mi mundo entero, mis ilusiones, mis vivencias, mis anhelos, mis deseos.
Podría decirte que deseo que seas feliz con esa chica, pero te mentiría.
Por eso he decidido escribirte esta carta, aunque la rompas nada más leerla.
Te quiero Sergio.
Tuyo siempre, Israel.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Los Ulen

Anoche estuvimos en la obra de teatro " Bar de Lágrimas " en la sala Fli del Cerro del Aguila.

Pocos momentos recuerdo en mi vida que me haya reído tanto en una obra de teatro, por favor, vayan a verla, son los Ulen, esos cuatro monstruos que llevan más de veinte años haciendo buen teatro. Paco Tous ( Sí, el de los hombres de Paco ), y su grupo son capaces de hacer pasar momentos surrealistas, cómicos, artísticos y sobre todo, teatro, puro teatro.

Ruego al que quiera olvidarse de problemas y tensiones, visite a Los Ulen donde estén, el espectáculo está asegurado.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Una libreta perdida

Ayer, rebuscando documentos en el maremagnum de papeles que tengo en casa, casualmente aparecieron en una caja del polvillo cinco libretas de anillas en las que antes de tener el blog escribía mis historias. Hoy os dejo con una del 29 de diciembre de 2003, que no tiene título.

Lloro por los que han muerto en Irak.

Lloro porque hoy, mañana, y tal vez pasado, serán noticia en los telediarios.

Lloro por el seguro olvido de vosotros, vuestras familias.

Lloro por los que justifican la guerra en envoltorios de misiones de paz.

Lloro porque los políticos os utilizarán después de muertos.

LLoro por la desesperanza, la venganza y la injusticia de este mundo que nos ha tocado vivir.

Lloro porque nos aislamos de los problemas de hambre y muerte que acechan a la humanidad.

lLoro por el miedo que pasan los que se atreven a atravesar el Estrecho de Gibraltar.

LLoro por las piedras y la arena que serán testigos de muchas otras muertes más sin justificación.

LLoro porque un loco gobierne el planeta donde todos vivimos.

Lloro porque muchos otros estarán llorando a sus hijos.

Lloro porque habrá muchos niños que no tendrán los juguetes que mi hija disfrutará esta navidad.

Lloro por no tener a mis padres cerca y no saber aprovechar los momentos que estoy con ellos.

Lloro por no poder dar más amor a tanta gente que lo necesita.

Está lloviendo en mi corazón.

martes, 9 de noviembre de 2010

Saharauis

Llegaron de día, primero dos, luego cuatro,seis, cuarenta, así hasta veinte mil personas entre mujeres, niños, ancianos y hombres. Montaron sus jaimas a pocos kilómetros de El Aaiún. Esperaban pacíficamente que el gobierno atendiese unas peticiones tan descabelladas como igualdad de oportunidades, tierras y trabajo.

Llegaron de noche, eran cientos y pretendían destruir todo lo que se encontraban a su paso, y lo hicieron, tiendas, animales, personas, todos calleron en las redes de quienes sólo deseaban sembrar el caos y matar.

No es un problema de unos pobres moros que se pelean entre ellos.

Esto no es el asunto del Perejil, un islote de cabras donde nadie vive, esto es más serio.

Los saharauis son españoles de origen, como tú y como yo, a quienes abandonamos en lo más inhóspito del desierto del Sahara a su suerte hace veinticinco años y sobreviven gracias a la ayuda internacional y a que es un pueblo culto, inteligente y pacífico.

Yo por mi profesión he conocido a muchos, cientos de saharauis que se han integrado a la vida española y que en su mayoría han obtenido la nacionalidad española, puedo decir que son personas luchadoras de sus derechos. Recuerdo a un gran amigo, Embareik Hamadi Mouloud, al que todos llamábamos Emilio que era el corresponsal del Frente Polisario en Sevilla, al que tengo mucho aprecio.

Es nuestro problema, imagínate que de pronto, invaden la provincia de Cádiz, nosotros les dejamos y los gaditanos que allí vivan pasen a formar parte de otro país. Esto no es permisible, los políticos no pueden mirar hacia otro lado, basta ya de palabras y más acción. Que se ganen el sueldo que todos les pagamos.

Viva el Sáhara libre.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El impenetrable olvido

El viento de levante que llega sin freno de Las Cabrerizas se apodera del lugar, ausente ya de protección. El toldo verde de malla que con tanto mimo habían desplegado los dueños de la casa ha desaparecido por completo, quizás se lo llevó el abandono, puede que el propio aire lo hiciera suyo o algún familiar lo quitó. La sombra que antaño cobijaba al hombre y a la mujer ya es sol impenitente hasta que éste quiera marcharse por las montañas del Retín.

Un patio sin vida es algo tétrico, como un espejo sin reflejo, vagabundean los recuerdos pero nadie acude en su búsqueda. Animales nunca hubo allí, pues su dueño tuvo bastante con las ovejas y los perros pastores. Algún gato vecinero pasea a sus anchas buscando ratones desprevenidos.
Aún así, quedan rastros de una vida anterior de felicidad.
Las plantas son otra cosa, ellas continúan su lucha por la supervivencia. El viejo jazmín sigue desplegando un abanico de olorosas flores blancas que nadie recoge, el olivo junto al vacío gallinero extiende sus ramas a la casa del vecino, las malas hierbas han sido podadas por los hijos en previsión de un posible incendio, algunos cactus rugosos se mantienen en pie, otras flores se han secado, el desvencijado portón se oxida a pasos agigantados, el pozo ciego que hacía las veces de separación ha perdido su boca, quizás en un desesperado intento por respirar, la hiedra poco a poco se va apoderando de todo, ella vence a la nostalgia, crece con el abandono.
El agua del grifo no gotea, también está muerta.
Afuera, la pequeña acera se ve invadida por el maestranto como plagas sin cuartel.
No hay canarios que canten al mediodía, no despierta el gallo al amanecer, no se oye el pasar de las hojas del periódico, ni al hombre haciendo empleitas, ni a la mujer regando las flores con mimo, ni un libro que alegre las tardes de soledad, ni niños jugando, ya no hay nada.
Quedan los recuerdos, pasa la vida.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Una cena fría

Es miércoles, llego del cine un poco antes de la medianoche. Toco el telefonillo, nadie contesta. Estará dormida, da igual tengo llave, siempre lo hago en parte por pereza y porque ella sepa que estoy de vuelta.
Subo las escaleras dando saltos, estoy contento, la peli me ha molado, es fantástico ver el cine en 3D.
Enciendo la luz del rellano, me extraño al ver la puerta sin cerrar. Entro, todos los cacharros de cocinar están en el fregadero, el extractor hace un ruido infernal, una solitaria sartén descansa sobre la vitrocerámica apagada, media barra de pan sobre la encimera y el cajón de los cubiertos abierto. Paso de largo y llego al salón.
El hule está puesto, las servilletas perfectamente ordenadas, hay dos cuchillos y tres tenedores sobre la mesa, la televisión está demasiado alta, tres vasos de cristal a la derecha de los cubiertos, dos platos vacíos, picos en una bolsa, y una tortilla francesa fría tapada con otro plato, seguramente es mi cena.
Me dirijo a la habitación de mi madre, pero allí no hay nadie, tampoco en el cuarto de baño ni en mi dormitorio, vuelvo sobre mis pasos y al poner el pie derecho en el salón me doy cuenta de que está manchado de un líquido rojo.
Alargo un poco la vista y allí está ella, inerte sobre el sofá, desangrada.
Grito y me pregunto solamente una cosa.
¿ Porqué ?.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ondas para Herrera

Todos los que seguimos desde hace años a este genio de las ondas seguramente nos habremos alegrado de que al gran Carlos Herrera le hayan dado un premio Ondas por toda una trayectoria en la radio.

Sin desmerecer a Francino, Hoy por Hoy y otros premiados, yo me considero herrerista, lo sigo vaya donde vaya, tiene algo especial para comunicar aunque no estés en la misma sintonía política con él. Aconsejo que os descarguéis el programa de hoy de los fósforos, de 10,00 a 11.00 horas, ha sido genial, arrepentidos de los tatuajes.

Ah, y a las 08,30 horas, el clásico de los carromatos, indios y hasta el séptimo de caballería, todos los días. No os lo perdáis.

Enhorabuena de nuevo, monstruo.