viernes, 15 de octubre de 2010

El alma del Guadaira

Siempre recordaré aquella tarde en que bajamos por primera vez a la ribera del río Guadaira. Me sorprendió tanto que lugares tan mágicos estuvieran tan cerca de nosotros, a unos cuantos metros de las casas de Alcalá, pero cuan diferentes los mundos de arriba y abajo. Viejos molinos restaurados cargados de historias, piedras redondas que ya no girarán más con la fuerza de las aguas, la ermita en el cerro, gigantescos árboles creando la umbría necesaria para el deleite del lector, río cargado de vida otrora simplemente arrastrador de inmundicias, porquerías y suciedades, patos ávidos de pan, paz flotando en el ambiente, paseadores, ciclistas, solitarios del mundo buscando algo a lo que agarrarse, pescadores de afición a la búsqueda de su ratito de felicidad, y sobre todo, agua.
Si es verdad que nuestra alma vaga por este mundo cuando morimos, yo pido por favor que se quede allí, y como dijo Ana Belén en una canción: " el lugar donde has sido feliz, siempre tienes que volver ", quisiera que flote por allí por siempre.

1 comentario:

Israel dijo...

Enhorabuena por dos cosas: por el fiel retrato de "mi río" y sus contornos, y tu bautismo como pescador en aguas continentales. Un gran abrazo.