martes, 28 de septiembre de 2010

Optimismo

Hoy viene mi hijo mayor a comer con su novia, traen a mi nieto, mi primer chiquitín. Hace dos semanas que no le veo, pero se me han hecho eternas. Voy a prepararles un guiso de chícharos para el almuerzo, seguro que hace tiempo que no lo prueban, como en los viejos tiempos. Digo el mayor pero solamente tiene veintidos añitos, si parece que fue ayer cuando correteaban por las calles de la barriada.
Y además se me casa el más pequeño dentro de dos meses, estoy un poco nerviosa por los preparativos, aunque él me ha dicho que no me preocupe por nada, que ellos se encargan de todo.
Qué tarde es, las diez y yo todavía en la cama. Antes a las ocho ya estaba en planta, cuando tenía que vestirlos y llevarlos al colegio. Hay tiempo, pero la mañana se va volando.
Me levanto, voy al cuarto de baño con los ojos un poco pegados aún. Me miro al espejo, unas espesas lágrimas caen por mis mejillas mojando mi cara. Lloro, el pelo ha desaparecido de mi cabeza, por desgracia no es un sueño, es verdad, tengo cáncer.
Enguajo las lágrimas, me visto, me pongo mi mejor pañuelo en la cabeza.
Tengo que luchar, por mis hijos, por mis nietos, por mi marido, por mí.
Quiero vivir.

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