lunes, 20 de septiembre de 2010

La ratita presumida

Como cada mañana, la ratita barría la puerta de su casita, mientras miraba a uno y otro lado de la calle observando y sintiéndose observada por todos los que por allí pasaban. Ese día estaba más radiante si cabe, pues se había vestido con el mejor vestido de color rosa el cual realzaba su menuda pero estilizada figura, haciéndole juego con el lazo que recogía su larga melena. Se sentía bella y como todas las ratitas de los cuentos, ella también era muy muy presumida.
Estando en ello, oyó un sonido estruendoso que le hizo sobresaltarse. A su puerta se acercó un burro que le dijo:
¿ Ratita, ratita guapa, te quieres casar conmigo ?.
Esta lo miró con cierto desdén y le contestó:
¿ Y por la noche qué harás ?.
Rebuznar y dormir.
Pues contigo no me he de casar.
El animal se alejó con movimientos cansinos.
Al momento, un ladrido hizo que soltara la escoba y mirara a su espalda. ¿ Quién eres tú ?.
Soy un perro y vengo a casarme contigo.
¿ Y por la noche qué harás ?
Ladrar, ladrar y ladrar.
No, no, contigo no me he de casar, así que te puedes marchar.
Acabando la faena, pasó delante suya un apuesto ratón que se atusaba los bigotes mientras la miraba descarado. Se paró frente a ella, metió las manos en los bolsillos del pantalón gris a juego con la chaquetilla y el chaleco y silbándole le dijo:
Mi ratita presumida, ¿ Sabes para qué he venido a verte ?
La ratita se puso colorada al momento, le devolvió la interesada mirada y le preguntó ¿ Vienes para casarte conmigo ?
Pues claro, desde que te vi no he podido parar de pensar en ti.
¿ Y por la noche... qué me harás ?
Tú que crees.
La ratita se puso aún más azorada de lo que estaba ( perdón por la cursilada, pero no quería caer en el borderío, dejo al lector un sinónimo más apropiado ), agarró al ratón llamado Valentino por el brazo, y se fue con él a su casita, no sin antes decirle:
" Contigo si me he de casar ".
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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