jueves, 1 de julio de 2010

El escardillo

Esa palabra ha sonado en la radio hoy, pero en femenino, la escardilla, utilizándola para referirse a un tipo de azada.
El escardillo me lleva a los tiempos de mi infancia en los que iba con mis padres a coger tagarninas al pantano del Almodóvar, al Novillero o a la finca del " señó André ". Esa era una de sus aficiones, y yo disfrutaba con mi padre llenando el saco de tagarninas. Luego, al calor de un fuego hecho de cisco, él las pelaba con sus rudas manos. Recuerdo que yo apenas las comía, pero si disfrutaba cogiéndolas, a veces me regañaba porque decía que las capaba ( había que dar uno o dos golpes certeros en la tierra para poder partir el tallo con el escardillo ), porque si no eras hábil las cortabas por medio y no servían. Se nos hacían callos en las manos cuando llevaba un buen rato cogiendo, pero él parecía incansable, aunque en alguna que otra ocasión, sé que se tuvo que poner una pastilla debajo de la lengua para calmar el dolor en el pecho por el esfuerzo.
Hace muchos años que no cojo un escardillo, pero qué lástima que un recuerdo hacia Juan, mi padre, que es bonito, regrese a mi, porque esa azada haya servido para que un cobarde acabe con la vida de una persona libre, de una mujer. ¿ Porqué no tuvo la valentía de clavárselo él y dejar vivir a un ser con cuarenta y pocos años ?.
Aún recuerdo un siniestro personaje que pululaba por mis entornos, un antiguo cliente, que decía a las bravas, que su mujer era para él o para nadie.
Con seres así el mundo no progresará nunca, en eso también estoy orgulloso del respeto y el cariño que siempre se tuvieron mis padres.

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