lunes, 9 de noviembre de 2009

Another brick in the wall

Tras caminar horas, interminables horas, quizá días, llego al final del camino, ese que llevo tanto tiempo buscando dentro de mi mente, de mi yo, de mi ser.

Pero levanto la cabeza y veo algo que no me deja seguir.

Un muro, un inmenso muro me impide continuar. En toda la extensión que mi vista alcanza a ver, en todo el perímetro está él.

Me siento a pensar y recapacito.

Sé que al otro lado está mi salvación, mi futuro, mi vida.

Pero no puedo saltarlo porque no tengo escalera y además no puedo adivinar la altura.

No puedo pasar por debajo, no tengo medios para hacer una zanja y además parecen muy profundos sus cimientos.

Hay otro lado.

Me convenzo.

No hay nadie vigilando, ni personas ni cámaras.

Estamos solos, él y yo.

Tengo capacidad de pensar, él está inanimado.

Pasan los minutos, las horas, los días.

No desespero.

Me convenzo de que frente a mí no hay muro, no hay nada, sólo estoy yo.

Cierro los ojos, avanzo lentamente.

Paso al otro lado.

1 comentario:

Reyes dijo...

No hay murallas para la imaginación, y menos si Pink Floyd le ponen música.