jueves, 1 de octubre de 2009

" Secreto de confesión "

Iglesia del Sagrario. Catedral de Sevilla.

Domingo, 8.45 tarde.

28 de Febrero de 1945


El padre Romualdo ha terminado la misa de ocho y se dispone a cerrar las puertas del templo.

Al ir a entornar la principal, pega un respingo cuando un hombre pega dos golpes en ella.

¿ Qué quieres a estas horas, hijo mío ?.

Padre, necesito que me confiese.

¿ Ahora ?.

Sí, padre, los remordimientos no me dejan dormir, llevo muchas noches así.

¿No puedes esperar hasta mañana?.

No, padre, mañana puede ser demasiado tarde.

Esta bien, hijo, me volveré a poner los hábitos.

Pasa al confesionario.

¿ Qué es eso tan grave ?.

Padre, la cosa empezó hace dos años. Usted sabe que yo estoy casado por la Iglesia y tengo dos niños que alimentar. No tengo trabajo y estábamos desesperados. Así que no me quedó más remedio que aceptar los encargos.

¿ Hijo, qué tipo de encargos ?.

Bueno, padre, me cuesta un poco de trabajo confesárselos.

Pero, Andrés, para eso estás aquí.

Está bien, don Romualdo, le contaré:

Me confieso de que durante dos años he tenido que matar.

¿ Qué me estás contando ?.

Sí, cada noche me hacían dos o tres encargos y durante la madrugada los ejecutaba.

El padre sudaba a chorros. No sabía qué preguntar. Se planteaba cómo actuar en esos casos, pues nunca había oído confesión igual.

Andrés, ¿ Qué hacías con los cuerpos ?.

Pues los llevaba donde me decía.

¿ Quién te lo decía ?.

No sé si debo mencionarlo.

Tienes que decírmelo.

Me los encargaba Rafael.

¿ El carnicero ?.

Sí, padre, el carnicero.

Don Romualdo se tapó la boca, las arcadas le podían.

Con un hilo de voz apenas audible, le preguntó:

¿ A Hijo cuantas personas has matado en todo este tiempo ?.

Andrés lo miró extrañado y contestó:

No padre, lo que yo mataba eran gatos, gatos que vendía Rafael por liebres.

No hay comentarios: