sábado, 29 de agosto de 2009

Una luz apagada

Hace una semana se fue mi tía Ana. Su cuerpo se apagó definitivamente, su mente hace años que vababa por ahí.


Mi tía Ana y mi tío Blas, esa pareja entrañable que vivían junto a mi casa, los que siempre nos regalaban colonia Barón Dandy y un paquete de pañuelitos. Ellos que siempre sufrieron por todo y por todos, gente de campo que un pueblo de 1.500 habitantes se les quedaba grande.


El miedo era su vida, aún recuerdo aquellos días de la guerra del Golfo cuando los helicópteros sobrevolaban el Estrecho, ellos se quedaron en nuestra casa a dormir por temor a que la guerra les pudiese llegar a su casa;

Mi tío se fue sin hacer ruido, callado, como él era. Ella dormitó cual bella durmiente durante varios años, sin niños, sin alegrías, sin disfrutes.

No quisiera olvidarlos.

Un beso grande donde estén.

1 comentario:

Reyes dijo...

Esas historias son, al fin y al cabo, el recuerdo de esas grandes personas.