jueves, 28 de agosto de 2008

primavera: 25 años después

Hace dos meses viví este momento mágico:

Sentado sobre la misma roca donde jugaba cuando pequeño, en el eucaliptal que queda a las afueras del pueblo, vienen a mi memoria recuerdos vividos tantos años después. Quizás fueran veinticinco, puede que algunos más...

El pequeño arroyuelo que pasa tras el huerto de Anita Quiñones va estancando poco a poco el agua. En primavera, dedicábamos las tardes a coger y a criar renacuajos.

El verano era la época en que llegaban Orencio y Jaime que venían con las últimas novedades de Mortadelo y Filemón, Superlópez y sobre todo El Capitán Trueno y El Jabato. Además hacíamos verdadero circuitos de chapas entre los árboles. Nada importaba, solamente jugar y pasar las horas divirtiéndonos.

Junto al eucaliptal, aún existe un antiguo molino de agua hoy abandonado. Su estructura sigue de pie. Aquél lugar tenía algo misterioso y atrayente a la vez. Entre las zarzas había unos pasadizos que nos trasportaban hacia otro universo desconocido de máquinas abandonadas, misteriosos grabados en las paredes y sorpresas mil.

Han pasado muchos años, demasiados quizás, pero me he prometido a mi mismo que cada vez que vuelva a mi pueblo, me sentaré en la misma piedra, pasearé entre los eucaliptos, aunque las vacas sean mis únicas compañeras y subiré al maravilloso molino aquél…

domingo, 24 de agosto de 2008

El juego del angel

He esperado algún tiempo para decidirme a leérmelo. Tenía al mismo tiempo ilusión porque el escritor me había deslumbrado con “ la sombra del viento “, y miedo a que me defraudara por el tópico de las segundas partes.

No estamos ante una continuación del primero, aunque el escenario sea el mismo, la Barcelona de principios de siglo, y mantenga la magia del cementerio de los libros olvidados.

Pero aunque el estilo lo mantenga, las descripciones de espacios literarios sean acertadas, los diálogos son ágiles y claros, en mi opinión hay un exceso de historia que divaga y un alargue innecesario de narrativa.

Parafraseando al propio autor, cuando dice que “ todos los libros tienen alma “, “ el juego del ángel “ tiene un alma turbia, sucia, enrevesada, llegando a casi ser desagradable. Hay un exceso de muertes y sangre.

El final me defraudó un poco, no todas las historias tienen que terminar bien y en este caso, resulta un poco inverosímil.

Tres sonrisas

El sol se oculta tras la torre de la iglesia, y con él se va el tórrido calor del verano. Las ramas de los árboles comienzan a agitarse y el fresco del atardecer hace acto de presencia.

Los grados comienzan a bajar.

Es la hora de salir a respirar y disfrutar de un poco de brisa.

Cuando bajo por el ascensor un cosquilleo me entra por el estómago. No son nervios, es ilusión y emoción tras cinco días sin verlos.

Cuando llego a la plaza ya están allí corriendo de un lado para otro.

Un abrazo, dos, tres.

Primero ella, con sus seis años recién estrenados, sonrisa perenne, la dama de mi jardín. Le acaricio la espalda y me emociono con sus besos.

Después el travieso de la casa, el que vuela más que corre, el de las ocurrencias, el que no para en ningún momento. Su beso es cercano. Se sienta en mis faldas.

Por último, tomo en mis brazos al chiquitín de mi vida, con sus tres meses se deja coger moviendo su cabecita. Lo estrujo en mis hombros y lo acaricio.


Apenas una hora lo que puedo disfrutar de ellos, pero me dan la vida.

domingo, 17 de agosto de 2008

enfermedad

Nunca un reproche, una queja, un desdén.

Sean las dos de la madrugada o las siete de la tarde.

El rostro de amabilidad, el cariño en cada gesto, una sonrisa por el pasillo.

Cuando uno pasa las horas y los días entre cama y sillón, que se interesen por ti además de hacer su trabajo es de agradecer.

Carreras, esfuerzo, timbres de aviso, nada importa, siempre buena cara.

Podrán vestir de blanco o verde.

Llamarse Beatriz, Isabel, Anabel, María José o Manolo.

Gracias a la profesionalidad y la vocación del personal del hospital, mis ilusiones son mayores y mi recuperación más rápida.

sábado, 16 de agosto de 2008

El espiritu del miedo

La terrible enfermedad que muchos de nuestros ancianos padecen me sugirió esta pequeña historia:


Su cerebro ya no es capaz de dar órdenes a su cuerpo, ni siquiera a sí mismo.

Es un alma muerta en un cuerpo vivo a ratos.

Ya no queda nada de su sonrisa, su mirada ni de su voz.

Algunas palabras salen de una boca que apenas se abre para comer alguna cosa.

Nada recuerda, nada piensa, nada transmite.

Algunas veces tiene instantes de lucidez, pero son eso, segundos que se desvanecen en el tiempo.

Pero cuando despierta, la cara se le comprime, los ojos se le abren y el miedo aparece personificado.

Y es que Isabel siempre vivió con el temor dentro.

El miedo había pedido habitación en su casa.

Hasta aquella fatídica noche en que todo estalló en su cabeza.

Desde entonces han pasado varios años, Rafael se fue sin hacer ruido y ella ya no sabe ni siquiera si está viva.

Pero algunas noches, él se aparece en sus sueños y su espíritu se estremece entre escalofríos.

moscas

Tenía sueño y aquél bicho le estaba amargando la siesta.

Dio varios manotazos pero no se iba.

Se incorporó sobre la cama y aprovechando que se había posado en la almohada, estampó la palma de su mano derecha con toda la rabia de la que fue capaz.

Al momento, un grito de dolor se oyó en toda la casa.

Había matado una avispa.


Moraleja: ¿ Moraleja ¿. Yo no soy nadie para dar lecciones de moral.

Bueno, moraleja: Nunca duermas una siesta sin
gafas.

viernes, 15 de agosto de 2008

Quiero sentir las olas tocando mis pies desnudos, dejar pasar el tiempo haciendo castillos con mis hijos, oler a naturaleza, coger cangrejos, oir el grito de las gaviotas sobre nuestras cabezas, sentirme libre, embriagarme de espíritu.

Quiero beberme el mar a sorbos y que ningún muro me frene a pesar de los elementos.


Ya queda muy poco.

jueves, 14 de agosto de 2008

Iusiones

Llevo muchos días sin decir nada, peor aún sin poder decir nada. Desde que hace veinte días me comunicaron que tenía un tumor linfático en el abdomen mi vida ha cambiado mucho, demasiado. Estoy en el hospital, pero cargado de ilusiones y de vida.

Espero el tratamiento como el agua salvadora y me inunda el optimismo.

Cuando te pasa una cosa como esta, te das cuenta de lo que es la vida, cada recuerdo, cada olor, o situación toma más valor aún.

Además no dejo de emocionarme cada día de lo que es la amistad y lo importante que son los amigos. Me lo demuestran con los besos, las llamadas, las visitas, los cariños.

¿ Qué más puedo pedir?

A partir de ahora, que me encuentro más fuerte y animado, retomaré mis historias diarias desde este retiro forzado.