viernes, 12 de diciembre de 2008

" Traeme la luna "

Miro al cielo y veo una gran bola blanca resplandeciente. En estas noches, me siento diferente.

A mi memoria vienen recuerdos de un pasado lejano, pero que se hace presente cuando la veo a ella. Pasaron años, muchos, pero aquella imagen no la podré olvidar jamás.

Estaba solo, extrañamente no se oían disparos y los nuestros también habían parado. Una tregua tácita, más por cansancio que por estrategia. Nadie entendía porqué estaba allí, ni porqué había que matar a unos compatriotas, españoles como nosotros.

Por una bandera, ni por mil que nos hubieran ofrecido justificaba aquel sinsentido. Morían los nuestros y los de enfrente, no había satisfacciones ni alegrías. Demasiados porqués sin respuesta.

Recuerdo que en el bosque cercano cantaba el ruiseñor, y que mis compañeros de trinchera se habían alejado todos a dormir. Esa noche yo era el único puesto de guardia.

Era noche cerrada ya, pero la luna apareció por el horizonte iluminándolo todo como si el sol no se hubiera querido ir. La miré y ella me miró a mi. Estaba fantástica, reluciente. Por un momento pensé: " Y si yo un día pudiera ir allí; ¿ Cómo sería ?, ¿ Deslumbraría tanto? ".

Cerré los ojos y comencé a soñar.


Al momento los volví a abrir y la miré de nuevo. Ahora ya no estaba tan lejos, se acercaba lenta pero segura.


Su luz se hizo cada vez más amplia, fue creciendo y creciendo delante de mi vista.


Parpardeé varias veces, me los froté, no podía ser, aquello debería ser irreal, pero no.


Poco a poco fui notando cada surco, cada cráter y mi figura se iba empequeñeciendo cada vez más.


Hubo un momento en que no se distinguía ninguna estrella del firmamento, todo era luna, majestuosa, impresionante, blanca e inmaculada.


Casi la podía tocar con mis manos.


El cielo era luna, y la luna, cielo.


Quise gritar pero no pude.


El ruiseñor dejó de cantar, asombrado ante la visión.


Yo quedé petrificado.


No quería que pasara aquel momento.


El tiempo y el espacio se detuvieron ante mi.


Una visión mágica.


Con la misma premura con la que se acercó, se fue alejando hasta cobrar su tamaño normal.


Jamás me he atrevido a contar nada a nadie, me tomarían por loco.


Desde aquella noche tan especial, cada luna llena que pasa me siento a contemplarla desde el portal de mi casa, y la vuelvo a sentir cercana...

2 comentarios:

Antonio Aguilera N dijo...

Preciosa está la luna ahora, tu post me ayuda a encontrarle nuevos mensajes

Don Quijote, la última aventura dijo...

Me alegro.