sábado, 20 de septiembre de 2008

Reencuentro

Había pasado tanto tiempo y tantas cosas en este período de mi vida, que no veía el momento de poder acercarme a ti.

Y por fin hoy he podido disfrutarte, sentir tus olas abrazándome, tu horizonte infinito, tu colores, tu tierra, tus rocas, tus peces, tu universo entero.

Cuanto daría cada día por poder asomarme aunque fuera por una ventanita y percibirte cerca, olerte, mirarte o deleitarme un solo instante.

Siempre tuviste un poder de atracción sobre mí, aunque reconozco que mis estados con respecto a ti, han pasado de mis miedos infantiles a un cada vez mayor interés por tus recovecos, tu mundo.

Cuando estaba en el hospital, mi gran amigo Pomares me llamaba por las tardes desde la playa y me traía tus sonidos. A cualquiera le hubiera dado rabia, a mi, la vida, por unos momentos me transportaba a ti. El vaivén pasaba por mi cabeza despertando ilusiones, vivencias y hasta olores.

Pero lo que más me fascina es que cuando nosotros no seamos ya ni siquiera recuerdo, tú seguirás ahí.

Así ha sido desde la noche de los tiempos y así será por siempre.

No hay comentarios: