jueves, 28 de agosto de 2008

primavera: 25 años después

Hace dos meses viví este momento mágico:

Sentado sobre la misma roca donde jugaba cuando pequeño, en el eucaliptal que queda a las afueras del pueblo, vienen a mi memoria recuerdos vividos tantos años después. Quizás fueran veinticinco, puede que algunos más...

El pequeño arroyuelo que pasa tras el huerto de Anita Quiñones va estancando poco a poco el agua. En primavera, dedicábamos las tardes a coger y a criar renacuajos.

El verano era la época en que llegaban Orencio y Jaime que venían con las últimas novedades de Mortadelo y Filemón, Superlópez y sobre todo El Capitán Trueno y El Jabato. Además hacíamos verdadero circuitos de chapas entre los árboles. Nada importaba, solamente jugar y pasar las horas divirtiéndonos.

Junto al eucaliptal, aún existe un antiguo molino de agua hoy abandonado. Su estructura sigue de pie. Aquél lugar tenía algo misterioso y atrayente a la vez. Entre las zarzas había unos pasadizos que nos trasportaban hacia otro universo desconocido de máquinas abandonadas, misteriosos grabados en las paredes y sorpresas mil.

Han pasado muchos años, demasiados quizás, pero me he prometido a mi mismo que cada vez que vuelva a mi pueblo, me sentaré en la misma piedra, pasearé entre los eucaliptos, aunque las vacas sean mis únicas compañeras y subiré al maravilloso molino aquél…

2 comentarios:

ARBOLES dijo...

"Crecí bajo una noche profunda y azul salpicada de millones de estrellas. En su silencio diálogos de cucos, cantos de ranas, sones de grillos, el musitar del arrollo. Crecí en el campo, en un verde valle que derramaba su alfombra de brotecillos tiernos bajo el añil del cielo, bajo quietas procesiones de nubes blancas, donde el Sol y la Luna trazaban lento su elipsis. En su centro, la alberca de piedra y dos álamos; cerezos, naranjos y limoneros por doquier. El socavón de agua fresca y el calmoso pastar de los rebaños. Un verde mar encajonado suavemente entre montes de pinares, entre dehesas de encinas y alcornoques.
La vieja finca de época colonial inglesa tenía dos entradas con enormes cancelas de hierro asentadas en muros con acabados de pizarra, y junto a cada puerta, dos altos cipreses oscuros. Y tenía tres caminos. Uno bordeado de palmeras que derramaban sus ramas fabricando su bóveda de fronda, hacia la vieja mansión inglesa abandonada, de estilo victoriano, junto a la laguna. Otro ribeteado de grises olivos hacia el dique. El otro hacia la blanca casa de mis abuelos, nevado de almendros. Y tenía una senda hacia el huerto colmado de berza, pilares y albercas.
Hoy he vuelto a ese lugar. Sólo queda en un cable del tendido eléctrico abandonado, una hilera muda de cientos de golondrinas negras, negro luto ante la sangre roja que el Sol derrama mientras en el horizonte lo devoran las fábricas."


Qué tal.

De los libros que has puesto en tu lista, he coincidido contigo en los cinco primeros. Me ha parecido mucha coincidencia y he parado por aquí un ratito.

Tu antiguo molino me recordó el lugar donde crecí, también en él se levantaban aún algunos edificios abandonados: La Vieja Mansión Inglesa, La Casa de Las Brujas, La Lechería...

Un saludo. Y que sobre aquella piedra te sigan siempre lloviendo dulces recuerdos, agua para tu sed.

Don Quijote, la última aventura dijo...

A veces es importante que nuestra retina, corazón y cabeza sean capaces de retener tantos sentimientos y recuerdos de la infancia.

En tu caso veo que tus evocaciones son de una felicidad inmensa.

Lástima que el pasado y el futuro choquen muchas veces.

La descripción me parece muy poética y sincera.

No dudes que te visitaré, seguro merecerá la pena.