jueves, 19 de junio de 2008

Miedo

Suaves gotas de lluvia caen sobre los cristales de la ventana. Dentro un anciano llora; podría hacerlo por muchas razones, soledad, melancolía o simplemente tristeza.

Pero hay otra más poderosa.

Demasiados años esquivándolo, setenta y muchos, que más da, ya está aquí.

El trabajo, la televisión, las pequeñas cosas, alguna salida esporádica, imposible ocultarlo siempre.

Unos minutos antes, mirando el maravilloso paisaje que se adivinaba desde su habitación del asilo, Román había sentido lo que nunca quiso que llegara.

Las preguntas sin respuesta, los quejidos ya no sirven.

El hombre siente que la vida se le ha ido en un soplo.

Ese pensamiento que logró apartar de su mente tanto tiempo ahora llega para no abandonarlo jamás, hasta el último día.

Había dejado que el miedo se apoderara de su vida creando una urna donde refugiarse de todo y de todos.

Miedo a viajar, a conocer a otras personas, a nuevos sabores, miedo a olores, miedo a las novedades, miedo a las sensaciones, a todo lo que se escapara de su escondite personal.

Miedo al miedo.

El hombre grita:

Maldito seas miedo.

Y ahora después de tantos años me abandonas, me dejas para que yo abra los ojos, salga de mi mundo, mire hacia atrás.

Ya es tarde, ya no puedo vivir, ya solo me queda lamentarme.

Las lágrimas caen mejilla abajo.

En la radio suena: “ Viaje a Orlando por solo ochocientos euros, los niños setecientos, aproveche la ocasión “.

2 comentarios:

Reyes dijo...

¿Miedo a seguir viviendo?

Hay que ver que bien escribes, bribón...

desde Lebrija para el mundo dijo...

¡Precioso! ha sido como no poder dejar de leer hasta el final.

saludos