martes, 24 de junio de 2008


En el día de mi cumpleaños, ayer, y mi santo, hoy, además del montón de regalos que me he llevado de mi gente, este año me he querido dar un pequeño capricho.
Podéis pensar que soy un infantil, pero me he comprado un submarino de Playmobil, los antiguos, Clics. Iba buscando el barco pirata pero no lo he encontrado. Ya caerá para los reyes. Y aunque lo compartiré con el Peter Pan Bético, es mi juguete que quiero guardar por muchos años.
Soy de la generación que creció jugando con los Geyperman, los Clics, los Airganboys y las bolsitas con indios y pistoleros en miniatura. Esa que se emocionaba leyendo a " Los Cinco ", que veía a Mazinger Zeta, los payasos de la tele y sobre todo la maravillosa " bola de cristal ". Lo que daría por poder retroceder en el tiempo aunque solo fuera durante una hora y poder revivir aquellos sábados por la mañana.
Hoy que los niños tienen prácticamente todo lo que desean, que a veces no saben apreciar los juguetes, que no juegan apenas en la calle y que se aislan en sus videojuegos, reinvindico pegar pelotazos, jugar a las carreras de chapas, a los bolos apostando, al baloncesto en canastas hechas con alambre y amarradas a una palmera, al tenis sin red pintando en la acera los campos, a las cartas en las calurosas tardes de verano, a correr por el campo, a hacer muñecos de barro cuando llovía, o simplemente a disfrutar de cada juguete por pequeño que fuera.

2 comentarios:

el aguaó dijo...

Felicidades atrasadas ante todo amigo.

La verdad es que hoy no se juega con nada de eso. Se ha perdido la inocencia de lo infantil. La infancia desaparece rápidamente para dar paso a una madurez prematura.

He visto adultos atrapados en cuerpos de niños de 12 años. He visto niños de 15 años mirar con ojos de adulto. Ya no se juega, no se estimula la imaginación. Todo ha caído en el olvido para dar paso a la era de lo informático y lo digital. Al juego individual y aislado y la carencia del juego colectivo.

Y es una pena... una auténtica pena.

Saludos.

Reyes dijo...

Pues mismamente esta tarde, cuando estaban regando el albero de un campo de fútbol le dije a mi hijo:
¿Quieres mojarte?, ¡venga!
lo curioso es que yo he ido detrás...

Muchas felicidades.