viernes, 26 de diciembre de 2008

" Las Bacantes "

El sábado pasado mi gran amigo Joselillo me invitó a ver una actuación suya en el coqueto teatro de Salvador Távora en el Cerro del Aguila. Representaban una obra que estrenaron hace veintiún años, " Las Bacantes ", estaba basada en una tragedia griega, y él era uno de los dos guitarristas que trabajaban. Salí maravillado de la actuación en conjunto, esto es lo que me sentí allí:
Todo era oscuridad,
Hasta que ésta se transformó en mujer bacante,
la bacante en vino,
el vino en pasión,
la pasión en percusión,
la percusión en celos,
los celos en bacantes,
las bacantes en taconeo,
el taconeo en envidia,
la envidia en trampa,
la trampa en vino,
el vino en guitarras,
las guitarras en sumisión,
la sumisión en engaño,
el engaño en sangre,
la sangre en carne,
la carne en can,
el can en bacantes,
las bacantes en Baco,
Baco en placeres,
los placeres en bacantes,
y las bacantes en
amor, alegría, pasiones y libertad.

Sabina y Viceversa

Esta noche tenía ganas de oir música. Me metí en el cuarto de los libros y busqué en la caja de las cintas. Tengo que reconocer que aún soy un negado para los MP3 y MP4, de hecho, no sé ni descargarme música. Algún día tendré que reciclarme, pero para eso hay que tener tiempo, ganas y alguien que te lo explique, aún no he podido juntarlos a los tres. Ya llegará.
Debo reconocer que me falta un lugar donde tranquilamente pueda disfrutar de un buen CD o casette, normalmente la radio me quita todo el tiempo.
Volviendo a mis cajas, todavía me esperan algunas reliquias: Triana, Antonio Flores, lo primero de Víctor Manuel, mucho Dire Straits, Antonio Vega, Mecano, Genesis, los Beeges, Silvio Rodríguez, Eros Ramazzoti, Modestia Aparte, Paco de Lucía, todo el flamenco que mi padre escuchaba, una cinta grabada con él contándome parte de su vida y que aún no me he atrevido a ponerla y alguna morralla de hace años que ahora no recuerdo.
Algunas se quedaron por el camino, y me da pena, por ejemplo, Radio Futura.
Pero esta noche tenía ganas de recordar, de echar la vista atrás, quizás motivado porque mi primo me ha regalado un maravilloso cuadro pintado por él y donde rememoraba nuestros años de juegos en mi casa de la Palmera, aquella donde pasé los mejores años de mi vida. Nunca los trazos de un pincel pueden haber reflejado tantos recuerdos, tantos sentimientos.
Cogí la vieja cinta Basf, con veintitrés añitos de antigüedad nada más, donde un amigo me había grabado a Joaquín Sabina en concierto con Viceversa, su grupo y colegas, como Javier Krahe. Esta era la música que nos animaba las tardes de estudio y trabajos en primero de bup. Tengo otros discos de Sabina, pero como éste ninguno. No me canso de oirlo. Desde Calle Melancolía, Juana La Loca, Pongamos que hablo de Madrid, Cuando yo era más joven, Rebajas de Enero, Pongamos que hablo de Joaquín, Princesa y tantas otras...
Aún no era tan cínico, recordaba más a La Mandrágora, pero ya demostraba una ironía y una profundidad en sus letras que lo hacían diferente a los demás.
Han pasado muchos años, más de veinte, pero es gratificante recordar, mirar hacia atrás, y sentir que has vivido muchas circunstancias, y que en cada camino andado ha habido una canción, una música que ha viajado contigo.

Reflexión de un duende

Hace unos meses le pedí al personaje especial que pulula por los Coniles que todas sus reflexiones me las plasmara en un cuaderno porque al enviármelas vía fax perdía claridad.
Esta semana, cuando fui a mi pueblo me estaba esperando. Hoy empiezo a deshojarlo con impaciencia.
Aquí va la primera, el título se lo dejo a él.
Va por y hacia ti, soñador:
" Un SMS es un edicto de un pensador.
Ha de ser corto como la claridad del día y profundo como la noche, fascinante como un horizonte, embaucador como la puesta de sol; Y sobre todo, porqué no, hermoso como los ojos que lo han de leer.
Y para que sea verdadero, inigualable como para quién fue escrito.
En resumidas cuentas, para mi pensamiento. "

viernes, 19 de diciembre de 2008

" Cuentos breves "

Hace unos años oía el programa " La Ventana " en la Cadena Ser y recuerdo que los viernes por la tarde tenía un espacio de literatura Juan José Millás. Aunque ya no lo oigo, creo aún lo mantiene. En él la gente participaba con cuentos cortos relativos a un tema concreto que él proponía. El nivel era bueno, muy bueno y las historias muy imaginativas. Además daba buenos consejos sobre la forma, extensión y enfoque que debería tener un buen cuento.


En los últimos días se me ha ocurrido alguna de ellas. Espero que os guste.


¿ Estás ahí?.

Te llevo en mi mente desde hace tiempo.


He visto tu cara en sueños.


Eres hermosa.


No sé tu voz.


Ni siquiera si existes.


Para mí, sí.



miércoles, 17 de diciembre de 2008

los libros de nuestra infancia

Estoy pasando una buena racha en cuanto a que me surgen diariamente ideas, cuentos y reflexiones. Lástima que no pueda plasmarlas aquí como quisiera, pero el sueño, los niños, la casa, el trabajo y el cansancio a estas horas no me dejan mucho tiempo.
Hoy sí he acabado un poco antes las tareas, así que paso a contaros algo que me sucedió ayer. Estaba escuchando Radio Nacional, el programa de Toni Garrido, un tío con una voz apasionante, cuando en una de las secciones hablaron de los libros de nuestra infancia, aquellos que recordamos en nuestros primeros años de lecturas voluntarias, no las que nos mandaban obligatoriamente en el colegio.
Casualmente, coincidí en casi todos los que dijeron.
El primero que recuerdo era " La Isla del Tesoro ", de Robert L. Stevenson. Creo que lo saqué de la biblioteca del colegio de Facinas. He pensado pedírselo este año a los Reyes Magos.
El segundo, " El principito ", de Sant-Exupéry, que creo no haber leído. Sí me acuerdo que mis primos de Conil lo habían leído. De todas maneras, no me hace demasiada ilusión descubrirlo ahora.
El tercero, " Moby Dick ", de Melville, uno de los primeros libros que me regalaron. No sé si llegué a terminarlo, pero tengo buenos recuerdos de él.
El cuarto, " 20.000 leguas de viaje submarino ", de Julio Verne. Creo que es uno de los grandes libros que cualquier persona, sea joven, adulto o anciano deberían en algún momento de su vida leer. Yo agregaría cualquiera de los que el mago Verne sacó de su prodigiosa imaginación.
En la radio dijeron las aventuras de " los cinco ", y yo coincido como fundamental.
Por último, un gran libro, tanto por el tamaño como por el mundo allí definido, salido de la pluma de Tolkien, " El señor de los anillos ", mi primer pedido en Círculo de Lectores. No he conseguido terminarlo nunca y además lo regalé. Algún día volverá a mi.
Yo agregaría otro que sí me marcó cuando pequeño, " La historia interminable ", de Michael Ende.
Ahí están los míos, espero los vuestros.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Caja de sorpresas

Voy teniendo ya algunos años, aunque no me considero mayor, pero sí, algo he vivido.
En los dos últimos días he sufrido algunas situaciones y escuchado conversaciones que me dicen que el mundo está cambiando, aunque ya lo dijo alguien: " vivimos en un mundo cambiante " .
Intentaré explicarme un poco mejor:
. Un barman de la calle Marqués de Pickman, con la edad de mi madre, sesentón, largo, canijo y escuchimizado, personaje que podía haber salido de las películas de Torrente, que le dice a un cliente que es feliz montándose en el Jaguar de Isla Mágica y que disfruta como un gorrino tirándose por las canoas esas que te pones chorreando. Su mujer le dice que está zumbao, pero las montañas rusas le apasionan, sobre todo quedarse colgado boca abajo.
. Una noticia de la radio que dice que los españoles le dedicamos más tiempo semanal a internet que a la televisión, para que luego digan de los programas telebasura.
. Una beata en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla mandando mensajes por el móvil. Antes pensaba que se iba a rezar, pero ahora parece que no.
Quizás el carca sea yo, quién sabe...

" Traeme la luna "

Miro al cielo y veo una gran bola blanca resplandeciente. En estas noches, me siento diferente.

A mi memoria vienen recuerdos de un pasado lejano, pero que se hace presente cuando la veo a ella. Pasaron años, muchos, pero aquella imagen no la podré olvidar jamás.

Estaba solo, extrañamente no se oían disparos y los nuestros también habían parado. Una tregua tácita, más por cansancio que por estrategia. Nadie entendía porqué estaba allí, ni porqué había que matar a unos compatriotas, españoles como nosotros.

Por una bandera, ni por mil que nos hubieran ofrecido justificaba aquel sinsentido. Morían los nuestros y los de enfrente, no había satisfacciones ni alegrías. Demasiados porqués sin respuesta.

Recuerdo que en el bosque cercano cantaba el ruiseñor, y que mis compañeros de trinchera se habían alejado todos a dormir. Esa noche yo era el único puesto de guardia.

Era noche cerrada ya, pero la luna apareció por el horizonte iluminándolo todo como si el sol no se hubiera querido ir. La miré y ella me miró a mi. Estaba fantástica, reluciente. Por un momento pensé: " Y si yo un día pudiera ir allí; ¿ Cómo sería ?, ¿ Deslumbraría tanto? ".

Cerré los ojos y comencé a soñar.


Al momento los volví a abrir y la miré de nuevo. Ahora ya no estaba tan lejos, se acercaba lenta pero segura.


Su luz se hizo cada vez más amplia, fue creciendo y creciendo delante de mi vista.


Parpardeé varias veces, me los froté, no podía ser, aquello debería ser irreal, pero no.


Poco a poco fui notando cada surco, cada cráter y mi figura se iba empequeñeciendo cada vez más.


Hubo un momento en que no se distinguía ninguna estrella del firmamento, todo era luna, majestuosa, impresionante, blanca e inmaculada.


Casi la podía tocar con mis manos.


El cielo era luna, y la luna, cielo.


Quise gritar pero no pude.


El ruiseñor dejó de cantar, asombrado ante la visión.


Yo quedé petrificado.


No quería que pasara aquel momento.


El tiempo y el espacio se detuvieron ante mi.


Una visión mágica.


Con la misma premura con la que se acercó, se fue alejando hasta cobrar su tamaño normal.


Jamás me he atrevido a contar nada a nadie, me tomarían por loco.


Desde aquella noche tan especial, cada luna llena que pasa me siento a contemplarla desde el portal de mi casa, y la vuelvo a sentir cercana...

viernes, 5 de diciembre de 2008

Ande yo caliente...

Este es el primer cuento que recuerdo haber leído, a los pies de la cama de mi padre. Habrán pasado por lo menos treinta años, pero hace unos días me vino a la memoria tan fresca la historia y las imágenes que sentí la necesidad de contarlo. Dice así:
En la lejana Siria, allá por el año 345 antes de Jesucristo, un hombre y su hijo emprendieron un viaje entre su pueblo Ebla y Hama, que se hallaba a dos jornadas de camino, para intercambiar los productos que había generado el pequeño huerto, por semillas de trigo. Y lo hicieron con la sola ayuda de un viejo burro al que habían llamado cuzod.

Así que, antes de que el sol hiciera su aparición por el horizonte, los tres ya estaban en marcha, el hombre a pie tirando de la cuerda y el niño montado en el burro. A media mañana pasaron junto a unas mujeres que lavaban la ropa en un riachuelo; Estas volvieron la cara y comentaron en voz alta:

¡Vaya hombre más tonto, pudiendo ir encima del burro, con los años que debe tener y va andando!.

Esas palabras las oyó el anciano pero siguió camino adelante. Cuando se hubieron alejado de la vista, decidió subirse él también al animal, que protestó un poco por el peso que debía soportar, pero Yazid, que así se llamaba el padre, con cariñosas palabras consiguió que continuara, pues el trecho era largo.

Al poco rato pasaron junto a un pastor que cuidaba sus cabras. Este levantó el callao en señal de saludo y les dijo:

¿ No le parece a usted demasiado peso para el pobre burro, lo van a matar, hasta espuma echa por la boca ?.

Yazid no le contestó pero hizo bajar a su hijo Ahmed, y así continuaron la marcha.

Hicieron noche bajo un centenario árbol junto con otros peregrinos, para resguardarse del frío con el fuego que estos habían encendido y para protegerse de los bandidos.

Antes del amanecer ya estaban circulando, el hombre encima del jamelgo y Ahmed tirando de él.

Pasaron junto a otros pastores que les increparon:

¡ No le dará vergüenza, un pobre chiquillo tirando del burro y él encima!.

Tentado estuvo de contestarles, pero calló.

Bajó de Cuzod, y niño, hombre y burro continuaron su marcha pues poco les quedaba para llegar.

Pero cuando menos de media jornada les separaba de su destino, el animal dio un traspiés y cayó de bruces haciéndose daño en una pata. El hombre se dio cuenta de la gravedad de la situación y se la vendó. A continuación, dijo a Ahmed:

No podemos dejar a Cuzod aquí, siempre ha estado con nosotros y además cuando lleguemos a Hama podrá descansar en el establo de mi hermano y se curará. Así que coge el hacha y corta varias ramas de ese árbol que parece robusto.
El chico así lo hizo y con la destreza y experiencia de Ahmed pudieron fabricar un carromato subiendo al jamelgo en él.

Con una soga a cada lado padre e hijo tiraron con todas sus fuerzas hasta llegar al pueblo, derrengados pero felices.

Por el camino les habían insultado por tirar del animal, pero por primera vez ignoró lo que le decían y pensó en su prosperidad.

" Ande yo caliente y ríase la gente "

jueves, 4 de diciembre de 2008

Isla de Lobos

Ante el pelotón de ejecución, Aureliano Buendía repasó su corta vida…

Y todo por una injusticia que le perseguiría su existencia.

Aquella noche…, aquella noche… maldita noche.

El mar, su mar, el que le había acompañado siempre, cada día, cada noche, se mostraba ahora en toda su intensidad.

El barco estaba fondeado frente a una pequeña cala junto a la Isla de Lobos, junto a Fuerteventura. Una inmensa luna relucía majestuosa mostrando el universo de estrellas. No le importaba hacer las guardias de vigía por las noches, es más, esa madrugada, la del veinte de Julio de mil ochocientos noventa y ocho, había pedido quedarse al frente del bajel hasta que el sol hiciera su aparición por las montañas de Timanfaya, en la isla vecina de Lanzarote. De su padre había aprendido a distinguir las constelaciones, y guiarse por ellas a través del Océano. Aunque era el grumete más joven del barco, contaba con dieciocho años cumplidos, los demás marineros, gente curtida en mil avatares a lo largo de la costa africana, le tenían gran aprecio. Incluso el capitán, ese viejo lobo de mar, hombre rudo y serio donde los hubiera, mostraba hacia el jovenzuelo una especial atención.

En los minutos previos a la ejecución, tuvo tiempo para echar la vista atrás y recordar cada pasaje de su existencia en esos veinte y pocos años intensamente vividos…

Todo era quietud y armonía, algún perro ladraba en el pueblecito de enfrente, Playa Blanca, hasta que bien entrada la madrugada, cuando más extasiado se encontraba, un ruido seco se oyó por sotavento, en la otra parte del barco, como si algo hubiera caído por la borda. Corrió entre sogas y aparejos de pesca, se asomó durante un rato, pero no divisó nada. Así que dejó transcurrir el resto de la velada hasta que por la mañana …

Aunque lo había negado una y otra vez, el juez de Arrecife no tuvo más remedio que condenarle, porque Aureliano Buendía no tenía coartada que lo pudiera exculpar.

No había estado durmiendo, se supone que él, solo él, pudo estar esa noche sobre cubierta, y aunque lloró y perjuró que no había visto nada, fue acusado de asesinato y condenado a la pena de ejecución pública. El, que no había hecho daño jamás a nadie, acusado de la muerte de un hombre, nada menos que del capitán. Sí, intentó defenderse diciendo que había oído un ruido de algo que cayó al mar, pero que en ningún momento temió que se hubiera podido deber a una persona, pero nada fue suficiente ante el juez.

Ninguno de diez marineros que aquella noche estaban en el Lucía II vio ni oyó nada. El nuevo día había traído la ausencia de Manuel Torres, el capitán del bajel. No estaba en su camarote, y nadie pensó en el suicidio, palabra prohibida.

Se dijo que no iba a llorar, que moriría como un hombre. En la plaza principal de Arrecife nadie osaba hablar, un silencio se había adueñado del lugar. Algún murmullo, un susurro apenas audible, la expectación lo dominaba todo, y el miedo, juntos ambos.
Aureliano subió al estrado, el verdugo puso la soga al cuello y se dispuso a quitar la sujeción.

Cerró los ojos y rezó en voz baja. Eran sus últimos segundos de vida.

El silencio era ensordecedor. Nadie respiraba.

En ese momento un grito se oyó al fondo de la plaza: ¡ Paren, paren, fue un delfín, fue un delfín, yo lo ví, yo lo ví…!

Años, muchos años después, cada tarde, se sentaba bajo del faro en su querida Isla de Lobos, y dejaba que el sol desapareciera por el horizonte.
De vez en cuando algún delfín juguetón saltaba sobre las olas y le saludaba.

El mar era su mundo y allí moriría.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ese ratón esquivo

Hoy estoy especialmente motivado y con ganas de escribir, no sé si será el café del bar, el sueño de la quimio, o que lo que lleva uno dentro no lo debe guardárselo para sí.
Creo que a veces hay que plasmar lo cotidiano, porque es lo que vivimos todos a diario.
Por eso, ayer recibí un correo de mi primo Francisco, a quién debo mucho cariño y agradecimientos de cómo se ha portado en este tiempo conmigo, en el que hablaba de nuestros juegos de la infancia, pero sobre todo de no perder el espíritu de ser un niño aunque los años pasen por nuestro calendario particular.
Y esta noche pasada, un suceso que le pasó a mi hija Marta me inspiró este relato alegórico de ese ser especial:
Han pasado muchas lunas ya, pero aquella fecha se me quedó grabada para siempre y por más tiempo que pase no se me va de mi memoria.
Recuerdo aquél 20 de Noviembre de 2008 como si fuera ayer.
En el cole todas mis amigas porfiábamos a cual de nosotras se nos caería antes un diente y cuantas mellas tendríamos. Yo estaba orgullosa de que se me estuviera moviendo la segunda paleta, porque significaba que tardería poco en caer, pero temía que eso ocurriera mientras estaba dormida, pues en ese caso el Ratón Pérez no vendría a mi cama. Pero quiso la casualidad de que esa mañana mientras me comía el bocadillo la pude cazar. Ni me asusté ni nada porque no salió sangre. Así que la enseñé a mi amiga Noelia con signo de victoria y la guardé en una servilleta.
Por la noche no se me olvidó coger la servilleta y meterla debajo de la almohada. Estaba seguro de que vendría. Hacía dos semanas se me había caído la primera paleta cuando estaba en Facinas y el ratón me trajo un sobre escrito que pude leer que traía dinero.
Pero esta vez yo esperaba un regalito, el que fuera.
Así que me dormí pronto porque sabía que mientras que estuviera despierta no vendría, mandé dormir también a Juan, y caí en un sueño profundo.
Por la mañana busqué y busqué bajo la almohada pero ni rastro de la paleta. Solamente estaba la servilleta, pero el diente no aparecía. Pero al girar la cabeza, medio dormidaa aún, allí estaba, no era ni muy grande ni muy pequeña, pero allí estaba mi regalo, una muñeca que se reía cuando le tocaba la barriga.
No sé cómo el ratón Pérez pudo fabricar en su fábrica de juguetes el regalo para mí en tiempo récord, ni siquiera cómo subió hasta mi cama, ni por donde entró en mi casa.
De lo que sí estoy segura, y por más años que pasen, es que nadie me quitará la ilusión, la inocencia y el brillo especial en mis ojos.
Porque el Ratón Pérez vino aquella noche a mi cama.
Y lo hará siempre que nosotros lo llamemos y conservemos las ganas de ser niño.
Marta Santander.

Confesión desde la desesperanza

Esta noche, casualmente oí en Radio Nacional de España un historia sobre la memoria histórica que me conmovió.
Tenía la necesidad de transcribirla aquí y expresar todo lo que aquella mujer debió sentir y quizás aún viva así. Todo es real menos los apellidos. Dice así:
Hoy no, no puedo, no debo, pero…

Algo me corroe por dentro, algo que me quema y que casi no me deja respirar.

No puedo explicar lo que es, pero me está matando.

Pensaba que a mis setenta y seis años podría vivir tranquila y feliz aquí en París, con mis hijos, mis nietos y las pequeñas cosas de lo cotidiano.

Pero el maldito día que pasé por aquella calle mi existencia cambió. No sé si llamarlo casualidad, destino o Dios, pero no debí acercarme a aquella charla.

Fui una mujer normal, cuya vida me fui construyendo a base de sacrificio, trabajo, sueños, mentiras e ilusiones perdidas.

No, decididamente lo tengo que contar porque al menos, hablar me ayudará a soportarlo.

Nací en Oviedo en el tercer año de la segunda república, fui adoptada por una familia de feriantes al poco tiempo y siempre me contaron la historia de que mi madre me había entregado a ellos porque había sido una fulana que iba de hombre en hombre que había muerto al poco tiempo de yo nacer.

Ellos fueron quienes me criaron y con quienes conviví hasta que me trasladé a Paris donde me casé y tuve tres hijos.

Aquella tarde, unos hombres y mujeres habían organizado unas jornadas sobre los fusilados republicanos en los primeros años del franquismo, y casualmente hablaban de una mujer que se había significado por su lucha por los derechos de la mujer, que por esa causa había sido llevada a las afueras de Mieres y fusilada en el año 1945.

Se llamaba Ana Porres Villa.

En ese momento me temblaron las piernas y mi corazón empezó a latir con fuerza. No podía ser, no, no y no…
Pero, esa mujer se llamaba igual que yo, las fechas y la zona coincidían. Además, siempre pregunté porqué no tenía los apellidos de mis padres adoptados y me dijeron que me habían dado los de mi madre.

Nunca quise remover ese pasado, quizás por miedo a lo que me hubiera encontrado, desconocimiento o conformismo. O la vida, que a veces tampoco te da a elegir. Yo tenía una familia en unos años duros en los que íbamos de pueblo en pueblo pasando mucha hambre, pero al fin y al cabo era mi familia; Eran un padre y una madre a la que abrazarse en momentos de frío, o cantar al calor de una hoguera.

Pero jamás me pude imaginar que todo estaba construido sobre una gran mentira, la más burda, sucia e inmunda de las mentiras.

No sé si algún día podré perdonarles, estén donde estén, pero ahora siento que mis pies de apoyo, sobre los que construí mi castillo de arena se derrumban, y que mi vida ha sido un gran engaño en la que yo he sido la engañada.

No me pregunto qué podría haber hecho en aquellos años, quizás ni siquiera hubiera podido volver junto a ella, o conocerla, pero por lo menos creo que tenía el derecho a elegir y no me han dejado.

¡Dios, no he tenido ni esa mínima oportunidad ¡.

Y ahora viene lo peor, las preguntas sin respuesta.

¿ Porqué me ha tenido que pasar esto a mí ?.

¿ Con quién me voy a consolar ¿

¿ Cómo voy a olvidar ¿.

¿ Y perdonar ¿.

¿ Cómo voy a dormir en paz conmigo misma ?.

Dios, Dios, Dios…

Estas lágrimas son de impotencia, de pena, de rabia…


Gracias por escucharme.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Malditas Casualidades

Muchas veces se preguntó a lo largo de los años qué hacía en aquella inmunda prisión de Dallas en Estados Unidos y porqué el destino a veces es tan caprichoso.
Nunca encontró respuesta.
Cinco años antes, la vida de Mauro Pérez podría considerarse como normal.
Vivía solo en su casa de toda la vida en un barrio medio de Málaga, tenía cuarenta y cinco años, no trabajaba en nada desde hacía varios años desde que le concedieron la pensión de invalidez con la que subsistía.
Pero había otra faceta suya que nadie conocía.
El encargo que recibió aquel 14 de Noviembre de 2008 parecía fácil, mucho más que los anteriores; Y además mucho más suculento: Seis mil euros no se ganaban en un día así como así.
Nunca había tenido problemas y estaba completamente seguro de que no los iba a tener.
Así que cogió su coche y lo aparcó alejado del centro por prudencia.
A la hora convenida, las 10.30 horas, tal como estaba previsto recogió la maleta azul oscura del servicio de caballeros de la estación de autobuses de Málaga, buscó un taxi y se dirigió al aeropuerto.
El vuelo venía sin retraso, así que a las 14.10 horas embarcó con destino a Madrid. No había tenido que pagar nada en la facturación porque el peso de la maleta no excedía el límite. Normal, todo normal como le habían dicho por teléfono.
Hizo un vuelo tranquilo leyendo el periódico, pasó desapercibido viajando en clase turista y se le hizo corto. Estaba habituado a ese tipo de viajes.
Estaba saliendo todo con normalidad, ahora solo le quedaba pedir que un taxi del aeropuerto de Barajas le llevase a la dirección convenida: calle Del Carmen nº42- 1º-F. Allí tocaría el timbre, subiría las escaleras y depositaría la maleta en la puerta. Ni siquiera esperaría a que ésta se abriera. Alguien de dentro estaría esperándola.
Sabía su oficio y lo practicaba con destreza, pero sobre todo con prudencia. Nunca debía preguntar nada, y por supuesto el contenido de las mercancías a transportar. Siempre cumplía y además no daba problemas.
Esperó como los demás la rueda de facturación, pero los viajeros fueron pasando y su maleta no llegaba. Media hora, tres cuartos, algunas personas esperando junto a él, hasta que llegó un momento en que se quedó solo y un sudor frío comenzó a caerle por la frente abajo.
Presentó reclamación, dió su número de móvil y se fue a un hotel a esperar.
Una llamada a media mañana del segundo día le puso más nervioso de lo que estaba. No estaba cumpliendo su parte y " el jefe comenzaba a impacientarse ".
Un día, dos, tres, pero nada, sin rastro.
Una noche despertó sobresaltado con el sonido del móvil. Eran las cuatro de la
mañana.
Al otro lado una voz femenina con un fuerte tono y acento sudamericano le dijo:
- ¿ Es usted Mauro Pérez ?.
. Sí, contestó con una leve voz temerosa.
- Le llamamos del departamento federal del aeropuerto de Dallas. Ha aparecido una maleta que es suya.
. Dudó un segundo, respiró hondo y contestó: ¿ Cómo me la pueden hacer llegar ?.
- Pues tendrá que pasar por aquí a recogerla, pero nos tendrá que contestar a unas preguntas que queremos hacerle.
. ¿ Qué preguntas ?.
- Está usted hablando con la policía federal. Las preguntas las hacemos nosotros.
. ¿ Pero cuando tengo que ir ?.
- Cuanto antes, y véngase con un abogado porque nos tiene que explicar qué hacía un esqueleto en su maleta.
Moraleja: Procura viajar siempre con equipaje de mano.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Once y Cuarto

Cada noche lo veía pasar a la misma hora, las once y cuarto, ni un minuto más ni uno menos.
Al pasar delante de su ventana, aquél hombre le saludaba con un leve gesto de su cabeza. Lo curioso es que nunca le vió regresar, aunque muchas noches se quedaba hasta tarde mirando.
Vestía muy elegante, con una gabardina gris y un sombrero a juego. Era alto, muy alto, y parecía mayor, pero la forma de andar le delataba como un caballero de esos que se veían en las películas.
Pedro no se ocultaba tras las cortinas, las corría para que él le viese.
Para un chaval de catorce años como él, aquél personaje resultaba todo un misterio que no se atrevía a comentar con nadie.
Una noche cenando con toda la familia le dijo a su padre:
.- Papá, he visto algunas noches un hombre mayor, alto con una gabardina y gorro gris pasar delante de nuestra casa; ¿ Quién puede ser ?.
- Ni idea, hijo. En el barrio por los datos que me has dado, podría ser Don Celestino. Pero ese hombre murió hace dos años por lo menos. ¿ Te acuerdas mamá, que fuimos a su entierro?.
. Sí es verdad, era una persona muy querida por todos nosotros. Lo sentimos mucho.
- Seguramente será alguien de alguna otra zona de la ciudad que vendrá a visitar a algún familiar.
.- Seguramente. Pedro calló y quedó pensativo.
Aquella noche se asomó a la hora de siempre y aquél hombre volvió a pasar junto a su casa.
Se paró delante de su ventana y le hizo el mismo gesto acostumbrado.
Solo que al marcharse, giró la cara y le guiñó un ojo.
Decididamente, su mirada era ...

lunes, 27 de octubre de 2008

La sombra del ciprés es alargada

Tomo el título del maravilloso libro escrito de Miguel Delibes como una excusa para hacer una oda al ciprés, ese árbol que une a todos los cementerios de España por lo menos, ahora que se acercan fechas señaladas para los que hemos perdido algún ser querido. Dice así:
" Eres testigo mudo de llantos y lamentos por igual.
En tus ramas das cobijo a las almas de aquellos que te rodean.
En algunos casos las empujas y trasladas hacia otros mundos.
En otros, las haces tuyas, permitiéndoles salir cuando ellas quieran.
Aunque estés rodeado por tus semejantes, la soledad vive en ti, al igual que la pena, y el desamparo.
Cada alma que te visita hace que crezcas más y más hacia el cielo, son tu alimento.
Por eso vives tantos años.
A ti te hablo y sé que me escuchas.
Solo te pediré que me cobijes algún día y que me des tu sombra ".

sábado, 25 de octubre de 2008

Desnudez

Tras subir una empinada escalera que nos deja sin aliento, tenemos que agacharnos para no chocar nuestras cabezas con el techo. Andamos en fila india uno tras otro.
Atravesamos el estrecho pasadizo y desembocamos en una gran sala en la que cada uno de nosotros se siente infinitamente pequeño.
Estamos en la gran sala de la Gruta de las Maravillas.
El espectáculo es indescriptible. El hombre se siente diminuto ante este prodigio de la naturaleza. Estalactitas inmensas, estalacmitas, y toda una variedad de colores del blanco inmaculado al marrón pasando por el rojo, el verde o casi el amarillo.
Recreándonos en algunas creaciones nos parecería que estuviésemos en el fondo del mar, como si una inmensa barrera de corales blancos nos rodeara.
La piedra aquí adopta miles de caprichosas formas a cual más impactante.
Resulta casi increíble que el agua haya sido capaz de moldear la roca a su capricho dando como resultado un paisaje diferente, único y singular.
Es la naturaleza en estado puro.

jueves, 23 de octubre de 2008

Aventuras de un Peter Pan Bético ( 2ª Parte)

Continúa aquí la historia de este personajillo contada por él mismo:
" Ya hacía un tiempo que había visto el ascensor y como estaba cerca de la caja donde mi padre estaba pagando salí corriendo hacia él pero no entré dentro.
Al lado había una papelera casi tan grande como yo, pero con mi fuerza de Peter Pan bético la levanté en peso y la conseguí poner enmedio de la puerta del ascensor, con lo que éste no se podía cerrar.
Volví la cabeza disimuladamente y vi primero a Antonio mirándome sin saber de qué iba la película, después a mi padre con las bolsas en la mano y al cajero riéndose.
Salí corriendo y riéndome cuando mi padre soltó las bolsas en el suelo y puso la papelera en su sitio.
Esa tarde la suerte estaba conmigo porque Antonio empezó de nuevo a llorar. Vi la oportunidad y en un segundo tenía la papelera en mis brazos. A mi padre no le dió tiempo a quitármela cuando ya estaba atascando el ascensor.
A correr otra vez, pero esta vez no me pude escapar, me cogió por una oreja y para la calle que me fuí con la oreja caliente pero con la media sonrisa de mi padre en la cara.
Ah, se me olvidaba, antes de irme os contaré un pequeño secreto que ni mi padre creo que sepa:
En una de las calles del Mercadona, a mi altura había por lo menos tres huevos kinder, bueno creo que había cinco o diez, no me acuerdo muy bien. Pasamos dos veces por delante y papá me dijo que no me compraba más huevos kinder porque solamente quería el juguete y que el chocolate no me lo comía. Pero yo había visto unos muy chulos de tortujas Ninja. Lo intenté varias veces pero él no me dejó.
¿ A que nó sabéis qué llevaba en el bolsillo cuando me monté en el coche ?. El pobre estaba un poquito aplastado pero lo bueno estaba dentro.
Ji, ji, ji.
Hasta pronto amigos ".

El Peter Pan Bético.

martes, 21 de octubre de 2008

Las aventuras de un Peter Pan bético

El cansancio y el sueño me pueden, pero aún así os avanzo el regreso de un personajillo que en verdad nunca se fue, aunque hace un tiempo que no aparecía por el blog.

El Peter Pan bético ha crecido, no en altura, sí en cabeza y ello se traduce en que cada día su mente inventa nuevas aventuras en forma de travesuras a las que no puedo por menos que relatar y plasmar aquí para que no caigan en el olvido.

Sólo diré que en asociación con Wendi ( Marta ) o sólo, es capaz de desarrollar algunas ideas que yo con su edad, era impensable que las hubiera ni siquiera pensado. El problema es que algunas veces, o la gran mayoría, te tienes que aguantar para no estallar en carcajadas por sus ocurrencias.

La última aventura de Peter Pan bético os la contaré mañana. Os dejaré que la cuente él mismo. Empieza así:

Mi padre estaba pagando la compra en el Mercadona. Me acerqué a mi hermano Antonio que estaba en el carrito y le di una orden al oído para que avisara a papá. No sé si me entendió, pero empezó a llorar, a lo mejor porque le apreté un poquito su mano. En ese momento en que mi padre se dió la vuelta y se puso de espaldas a mi vi la oportunidad...

jueves, 16 de octubre de 2008

La catedral del Mar

Lo primero que uno siente cuando acaba la última página del libro es unas ganas de coger un avión y plantarse en Barcelona a descubrir cada uno de los precisos detalles de la Iglesia de Santa María del Mar.
Lo segundo es un regusto amargo por haberse acabado, pues disfruté tanto con la historia que a medida que se iba acercando el final, sentía pena.
Hay pasajes que me llegaron a emocionar, tanto por lo que contaban como por la forma de narrarlos.
Además es una manera de conocer la historia de una ciudad con tanta personalidad como es Barcelona, que para quién no lo lea, no puede hacerse una idea clara de lo que significó para sus ciudadanos, el sentimiento tan arraigado de su defensa que desarrollaron y su influencia económica y estratégica no sólo para Cataluña, sino para el reino de Castilla y me atrevería a decir que zonas importantes de Europa.
El escritor sabe enganchar al lector desde la primera página, pues el ritmo de narración de los acontecimientos te hace estar alerta desde el principio. Además consigue mantener la intensidad durante todo el libro, llevándonos de un suceso a otro y llegando a hacernos partícipes de los sufrimientos y vivencias de su protagonista.
En suma, un gran libro que recordaré por mucho tiempo.

Chapapote

Temporal de levante, un barco que se parte en dos, otro más que embarranca, chapapote al mar, más mierda a nuestras playas.

Siento pena, asco y vergüenza a la vez.

El Mediterráneo se nos muere y no hacemos nada por salvarlo.

No sé quienes serán los responsables, si el armador, nuestros gobernantes o la desidia, pero estamos dejando un asqueroso mundo para nuestros hijos y me atrevería a decir para nosotros mismos.

Quizás si el desastre se hubiera producido dos meses antes, nos hubiera tocado la fibra sensible, pero como ya no es hora de ir a la playa a bañarse o a tomar el sol, pasamos de todo.

Aquí nadie protesta, nadie se moviliza, nadie grita, da igual.

Vemos la noticia y nos parece que el tema no va con nosotros, pero sí, son nuestros mares, nuestras playas, nuestra arena, nuestra pesca.

A veces creo que vivimos en un paraíso que no merecemos, y lo peor de todo, es que esa impresión me asalta cada vez más a menudo: Cuando se queman los montes, se esparce mierda por aquí y allá, todo demasiado a menudo.

domingo, 12 de octubre de 2008

Temporal

En los dos últimos días hemos vivido en Sevilla un fenómeno al que usualmente no vemos: El viento en forma de temporal; bochorno, temperatura agobiante, y un viento que zimbreaba las palmeras, creaba nubes de polvo y nos estremecía.

En esos momentos se me vinieron a la cabeza tantas noches y tantos días de temporal, en los que el levante azuzaba las puertas de mi pueblo, queriendo entrar por debajo de ellas, silbaba de día y de noche, había ratos en los que su fuerza disminuía, pero otros, sobretodo cuando insistía durante días o incluso semanas, en los que la cabeza parecía estallarte. En esos momentos, te acordabas de unos presuntos estudios que decían que las gentes de allí estábamos un poco afectadas mentalmente por el viento, por decirlo de forma sibilina, y quizás no les faltara algo de razón.

También eran noches de vela y quinqué; como nuestro pueblo estaba perdido de la mano de Dios, por lo menos por las autoridades, noche que hacía levante fuerte, era sinónimo de Facinas sin luz. Chocaban los cables unos con otros y cortocicuito para toda la noche,pero aún así estábamos bien preparados.

Recordando esos momentos, pienso qué lejos quedan algunos recuerdos de mi infancia, como la mariposa que nos iluminaba toda la noche con su lamparita de aceite.

Por las mañanas faltaba solamente con asomarnos por la ventana podíamos saber si el inquilino se quedaría, mirando sus barbas en las sierras del Pedregoso.

Cuando uno siente su tierra, hasta el levante se echa de menos.

re

miércoles, 1 de octubre de 2008

Pasión India

Hace pocos días terminé de leer este sorprendente libro que tenía en mi mesilla de noche desde hace varios meses pero que no me había llamado la atención hasta ahora.

En primer lugar diré que no había leído hasta ahora nada de Javier Moro, pero me ha sorprendido gratamente por la facilidad de lectura, la agilidad en su forma de escribir y sobre todo el rigor histórico que ha aplicado en cada una de sus páginas.

La historia para empezar es sorprendente por varias razones: Una malagueña proveniente de una humilde familia emigra a Madrid con ella, se hace cabaretera con las reticencias de sus padres. Por las casualidades del destino, un marahahá de la India que estaba en la capital en las celebraciones de la boda de Alfonso XIII, se enamora perdidamente de ella.

Se casan en Paris y ella parte hacia la India donde se convierte en la esposa del Marahahá de uno de los reinos que en el siglo XIX existía en la India. Empieza para ella un viaje apasionante hacia un mundo lleno de exotismo, de riqueza, de
costumbres radicales, de desigualdades y sobre todo de pasión y desengaños.

El escritor es capaz en cada momento, sin desdeñar la realidad que en ese tiempo existía, de crear ambientes de sensualidad, de amor, de cultura, consiguiendo transportarnos físicamente al mundo que solamente conocíamos por las películas.

El final es sorprendente como también lo son los personajes que pasaron por el mundo de Anita : Desde Valle-Inclán en Madrid hasta Picasso en Paris.

En suma, una novela muy aconsejable que nos dejará con un buen sabor de boca.

Estoy deseando meterme en el libro que escribió Javier Moro con su tío, Dominique Lapierre, también sobre la India, pero parece que mucho más duro por la temática: " Era medianoche en Bopal ".

sábado, 20 de septiembre de 2008

Un mundo por descubrir

Sus ojazos escudriñan cada color de todo objeto que se cruza en su mirada, abriéndolos de par en par. Inmediatamente su cuerpecito se pone en acción, se pone nervioso, estira las manos e intenta tocarlo y agarrarlo hasta poder metérselo directamente en la boca, su primera referencia.

En esos momentos desearía poder tener una cámara que captara cada movimiento suyo y regodearme con sus gestos, su boca abierta de par en par, su media lengua, su medio flequillo, sus brazos anhelando que no lo dejes solo, que seas su cómplice en sus primeros descubrimientos.

Hay veces que es difícil adjetivar un nombre, pero a él, con sólo mirarlo, se le podría bautizar como “ sonrisa perenne “: Arquea las cejas, abre la boquita y saca esa lengua que te está diciendo que es feliz, que le gusta que le mires, te pide que seas tú quién le sonrías, que le hagas una carantoña o que le des un beso.

Pero si por casualidad se te ocurre hacerle cosquillas en el cuello; Si se da ese momento mágico, en tu mente quedará su risa porque no la olvidarás.

Por esos pequeños momentos merece la pena vivir.

Reencuentro

Había pasado tanto tiempo y tantas cosas en este período de mi vida, que no veía el momento de poder acercarme a ti.

Y por fin hoy he podido disfrutarte, sentir tus olas abrazándome, tu horizonte infinito, tu colores, tu tierra, tus rocas, tus peces, tu universo entero.

Cuanto daría cada día por poder asomarme aunque fuera por una ventanita y percibirte cerca, olerte, mirarte o deleitarme un solo instante.

Siempre tuviste un poder de atracción sobre mí, aunque reconozco que mis estados con respecto a ti, han pasado de mis miedos infantiles a un cada vez mayor interés por tus recovecos, tu mundo.

Cuando estaba en el hospital, mi gran amigo Pomares me llamaba por las tardes desde la playa y me traía tus sonidos. A cualquiera le hubiera dado rabia, a mi, la vida, por unos momentos me transportaba a ti. El vaivén pasaba por mi cabeza despertando ilusiones, vivencias y hasta olores.

Pero lo que más me fascina es que cuando nosotros no seamos ya ni siquiera recuerdo, tú seguirás ahí.

Así ha sido desde la noche de los tiempos y así será por siempre.

martes, 16 de septiembre de 2008

" El toro "

Hace unos días en su blob,Dama me animó por el " toro que tenía que lidiar ".

Tomando la muleta, me arranco y digo que:


A principios de Agosto, yo me encontraba como aquél que le dicen que tiene que ponerse delante de un toro y que no sabe siquiera cuales son los lances de una corrida. Ni siquiera se imagina el tamaño del astado, su ornamenta, su color, sus kilos, y muy importante, el nombre del bicho.

Pero, tras el primer momento de miedo e indecisión, calma, respira hondo y dice, ya que por fuerza me lo voy a encontrar en la plaza, tengo que buscar la mejor escuela de tauromaquia de Sevilla, y a ella me entregué durante dos semanas. Poco a poco, con optimismo, le fui cogiendo querencia a ese mundillo, una prueba por aquí, un pinchazo por acá, y el toro fue tomando forma, nombre y casi apellidos.

La primera prueba allí en la misma escuela con una vaquilla, y perfecto, no miedo, no dolor, satisfacción y alegría. Ni un mal pinchazo y de la primera estocada el animal cayó.

Pasaron los días y apareció el apellido definitivo del bicho. No eran tantos kilos y los cuernos no eran tan grandes.

Ayer fue mi encuentro fuera de la escuela, el de verdad con la realidad y me puedo considerar satisfecho de mi actuación. Hoy he repetido y orejas no he cortado, pero la vuelta al ruedo me la llevé.

Me quedan seis u ocho corridas más, dos cada veintiún días, y cuando termine, me cortaré la coleta, eso espero.

De lo que sí estoy seguro es que el toro no me dominará a mi, ya no, mi fuerza y el optimismo se lo impedirán.

jueves, 4 de septiembre de 2008

AYER

La doctora pronunció las palabras mágicas y ...

La tarde me esperaba cálida y acogedora. Todo para mi era nuevo, no había pasado un mes, pareciera que hubiera transcurrido un año.

Mi coche, con su olor particular, las calles, la gente andando, los árboles moviéndose, la luz del sol, cada cosa en su sitio y yo fuera de ellas.

Cuando entré por la puerta de mi casa,las sensaciones se desbordaron en mi cabeza. Cada flor, cada habitación, cada color era nuevo y al mismo tiempo cercano a mi.

Llevo un día aquí y aún no me hago a la idea totalmente, pero mi familia me devuelve poco a poco a la normalidad.

Soy libre.

lunes, 1 de septiembre de 2008

" LA VIDA "


En estos días de estancia forzosa vuelvo a repasar lo que un día no hace mucho me mandó el " duende conileño ", aquél con el que mantengo esa relación tan especial de mundos perdidos, reflexiones personales, poesías nocturnas, vivencias cofradieras y sobre todo, letras comparsiles de su amado Carnaval de Cádiz.

Como mi admiración hacia su oculta personalidad no tiene precio, aquí os dejo una reflexión en voz alta que me impulsa hacia delante:

Cada vez me reitero más a mi mismo en el horizonte de la verdad en lo dicho, y porque fue un hecho real, noto como las estrellas marcan el sino de aquellos que sólo son por ser.

Ardiles, tretas, tramas e injurias marcan la época de unas palabras que sólo conciben la sinrazón humana.

La mentira como camino es la familia de un vacío que da una tendencia a capitular ante un vicio.

Ahora concibo lo importante de participar en la carrera de la vida, estar vivo un día más, que ya es una victoria.

Y no importan los obstáculos ni trabas de la humanidad hacia el individuo en sí.

A vivir.

jueves, 28 de agosto de 2008

primavera: 25 años después

Hace dos meses viví este momento mágico:

Sentado sobre la misma roca donde jugaba cuando pequeño, en el eucaliptal que queda a las afueras del pueblo, vienen a mi memoria recuerdos vividos tantos años después. Quizás fueran veinticinco, puede que algunos más...

El pequeño arroyuelo que pasa tras el huerto de Anita Quiñones va estancando poco a poco el agua. En primavera, dedicábamos las tardes a coger y a criar renacuajos.

El verano era la época en que llegaban Orencio y Jaime que venían con las últimas novedades de Mortadelo y Filemón, Superlópez y sobre todo El Capitán Trueno y El Jabato. Además hacíamos verdadero circuitos de chapas entre los árboles. Nada importaba, solamente jugar y pasar las horas divirtiéndonos.

Junto al eucaliptal, aún existe un antiguo molino de agua hoy abandonado. Su estructura sigue de pie. Aquél lugar tenía algo misterioso y atrayente a la vez. Entre las zarzas había unos pasadizos que nos trasportaban hacia otro universo desconocido de máquinas abandonadas, misteriosos grabados en las paredes y sorpresas mil.

Han pasado muchos años, demasiados quizás, pero me he prometido a mi mismo que cada vez que vuelva a mi pueblo, me sentaré en la misma piedra, pasearé entre los eucaliptos, aunque las vacas sean mis únicas compañeras y subiré al maravilloso molino aquél…

domingo, 24 de agosto de 2008

El juego del angel

He esperado algún tiempo para decidirme a leérmelo. Tenía al mismo tiempo ilusión porque el escritor me había deslumbrado con “ la sombra del viento “, y miedo a que me defraudara por el tópico de las segundas partes.

No estamos ante una continuación del primero, aunque el escenario sea el mismo, la Barcelona de principios de siglo, y mantenga la magia del cementerio de los libros olvidados.

Pero aunque el estilo lo mantenga, las descripciones de espacios literarios sean acertadas, los diálogos son ágiles y claros, en mi opinión hay un exceso de historia que divaga y un alargue innecesario de narrativa.

Parafraseando al propio autor, cuando dice que “ todos los libros tienen alma “, “ el juego del ángel “ tiene un alma turbia, sucia, enrevesada, llegando a casi ser desagradable. Hay un exceso de muertes y sangre.

El final me defraudó un poco, no todas las historias tienen que terminar bien y en este caso, resulta un poco inverosímil.

Tres sonrisas

El sol se oculta tras la torre de la iglesia, y con él se va el tórrido calor del verano. Las ramas de los árboles comienzan a agitarse y el fresco del atardecer hace acto de presencia.

Los grados comienzan a bajar.

Es la hora de salir a respirar y disfrutar de un poco de brisa.

Cuando bajo por el ascensor un cosquilleo me entra por el estómago. No son nervios, es ilusión y emoción tras cinco días sin verlos.

Cuando llego a la plaza ya están allí corriendo de un lado para otro.

Un abrazo, dos, tres.

Primero ella, con sus seis años recién estrenados, sonrisa perenne, la dama de mi jardín. Le acaricio la espalda y me emociono con sus besos.

Después el travieso de la casa, el que vuela más que corre, el de las ocurrencias, el que no para en ningún momento. Su beso es cercano. Se sienta en mis faldas.

Por último, tomo en mis brazos al chiquitín de mi vida, con sus tres meses se deja coger moviendo su cabecita. Lo estrujo en mis hombros y lo acaricio.


Apenas una hora lo que puedo disfrutar de ellos, pero me dan la vida.

domingo, 17 de agosto de 2008

enfermedad

Nunca un reproche, una queja, un desdén.

Sean las dos de la madrugada o las siete de la tarde.

El rostro de amabilidad, el cariño en cada gesto, una sonrisa por el pasillo.

Cuando uno pasa las horas y los días entre cama y sillón, que se interesen por ti además de hacer su trabajo es de agradecer.

Carreras, esfuerzo, timbres de aviso, nada importa, siempre buena cara.

Podrán vestir de blanco o verde.

Llamarse Beatriz, Isabel, Anabel, María José o Manolo.

Gracias a la profesionalidad y la vocación del personal del hospital, mis ilusiones son mayores y mi recuperación más rápida.

sábado, 16 de agosto de 2008

El espiritu del miedo

La terrible enfermedad que muchos de nuestros ancianos padecen me sugirió esta pequeña historia:


Su cerebro ya no es capaz de dar órdenes a su cuerpo, ni siquiera a sí mismo.

Es un alma muerta en un cuerpo vivo a ratos.

Ya no queda nada de su sonrisa, su mirada ni de su voz.

Algunas palabras salen de una boca que apenas se abre para comer alguna cosa.

Nada recuerda, nada piensa, nada transmite.

Algunas veces tiene instantes de lucidez, pero son eso, segundos que se desvanecen en el tiempo.

Pero cuando despierta, la cara se le comprime, los ojos se le abren y el miedo aparece personificado.

Y es que Isabel siempre vivió con el temor dentro.

El miedo había pedido habitación en su casa.

Hasta aquella fatídica noche en que todo estalló en su cabeza.

Desde entonces han pasado varios años, Rafael se fue sin hacer ruido y ella ya no sabe ni siquiera si está viva.

Pero algunas noches, él se aparece en sus sueños y su espíritu se estremece entre escalofríos.

moscas

Tenía sueño y aquél bicho le estaba amargando la siesta.

Dio varios manotazos pero no se iba.

Se incorporó sobre la cama y aprovechando que se había posado en la almohada, estampó la palma de su mano derecha con toda la rabia de la que fue capaz.

Al momento, un grito de dolor se oyó en toda la casa.

Había matado una avispa.


Moraleja: ¿ Moraleja ¿. Yo no soy nadie para dar lecciones de moral.

Bueno, moraleja: Nunca duermas una siesta sin
gafas.

viernes, 15 de agosto de 2008

Quiero sentir las olas tocando mis pies desnudos, dejar pasar el tiempo haciendo castillos con mis hijos, oler a naturaleza, coger cangrejos, oir el grito de las gaviotas sobre nuestras cabezas, sentirme libre, embriagarme de espíritu.

Quiero beberme el mar a sorbos y que ningún muro me frene a pesar de los elementos.


Ya queda muy poco.

jueves, 14 de agosto de 2008

Iusiones

Llevo muchos días sin decir nada, peor aún sin poder decir nada. Desde que hace veinte días me comunicaron que tenía un tumor linfático en el abdomen mi vida ha cambiado mucho, demasiado. Estoy en el hospital, pero cargado de ilusiones y de vida.

Espero el tratamiento como el agua salvadora y me inunda el optimismo.

Cuando te pasa una cosa como esta, te das cuenta de lo que es la vida, cada recuerdo, cada olor, o situación toma más valor aún.

Además no dejo de emocionarme cada día de lo que es la amistad y lo importante que son los amigos. Me lo demuestran con los besos, las llamadas, las visitas, los cariños.

¿ Qué más puedo pedir?

A partir de ahora, que me encuentro más fuerte y animado, retomaré mis historias diarias desde este retiro forzado.

miércoles, 23 de julio de 2008

Dominadores

Intentaba dormir, pero un repelente zumbido empezó a sonar alrededor de mi oído. Tras encender la luz, y buscarlo por toda la habitación sin resultado, me volví a acostar. Entre bombardeos permanentes pensé que los malditos mosquitos dominan el mundo y que siempre será así.

Por muchos insecticidas que inventen siempre habrá uno de esos pequeños bichitos alados que nos picará en el menor descuido.

Desde hace millones de años, los mosquitos han estado acosando a la humanidad.

Podría ser que el que esta noche seguramente se ensañe contigo, sea descendiente del que le picaba a Napoleón cuando intentaba conquistar Egipto, o del que perseguía a Hitler en su bunker, o el que no dejaba de zumbar a Chaplin cuando hacía “ El gran Dictador “, o el que sobrevolaba a Picasso cuando éste pintaba “ El Guernica“.

O un descendiente de aquella nube de ellos que se hartaban cuando un Cromagnon mataba un mamut, o aquél que se posaba en la guillotina cuando ajusticiaban a Robespierre, el que se metía en los faldones de Cervantes mientras que escribía “ El Quijote “, o los miles que acompañaron a Colón en su viajes por el nuevo mundo.
Decididamente, los mosquitos forman parte de la historia, aunque sea escondida, porque detrás de cada acontecimiento, sea presente, pasado o futuro, siempre habrá uno incordiando

jueves, 17 de julio de 2008

Sé quién eres

¿ A qué no sabes quién soy ?.

Seguramente no.

Yo sí.

Sé tu nombre, tus apellidos y hasta la fecha de tu nacimiento.

Localizar tu casa me costó un poco más porque vives a muchos kilómetros de mi ciudad, pero no paré hasta llegar a la misma puerta de entrada y confirmé tu dirección.

Sé que estás casado, que tienes una mujer y hasta los nombres de tus niños.

Lo sé todo de ti, o casi todo.

Tú aún ni siquiera sabes que existo.

He chateado contigo hace poco.

Un día incluso me atreví a ir a tu oficina y simular que era una cliente con tal de estar cerca de ti.

Tu olor me cautivó.

Y tu voz.

¿ No recuerdas que una mañana marcaste un número erróneo desde tu móvil y salió una voz de chica ?.

Pues yo sí, era yo.

De ello hace exactamente cuarenta y cinco días y siete horas.

Te disculpaste por haber marcado mal, pero esa voz no la puedo olvidar.

No sé si un día tendré fuerzas para confesarte todo esto.

Por ahora el juego me ilusiona.

Me motiva mucho conocer más de ti.

" Sé quién eres"

martes, 8 de julio de 2008

Esto podría ser una novela o tal vez se convierta en un cuento largo.

Aún no tiene ni nombre.

En teoría debería ser el primer capítulo de una aventura, pero el destino, el azar, los caprichos o qué se yo, podrían terminarlo aquí.

El tiempo lo dirá:

Año del señor de 1870, día 14 de los corrientes del mes de Noviembre
Ciudad de Tarifa
Ocho horas de la mañana.

-. “ Aún no sé porqué razón me mandó llamar para quedar con usted. Le advierto que aunque peine canas y esta tos me esté matando, aún sé defenderme de cualquiera: Los mundos que he vivido me han hecho fuerte “.

La voz del hombre sonaba cascada pero vigorosa. No se diferenciaba mucho del resto de tonos que a esa hora había en la taberna del Puerto. Mucho antes de que amaneciera ya se habían hecho a la mar los marineros más jóvenes, a los que las enfermedades aún no habían aún hecho demasiado efecto. En tierra quedaban los viejos lobos de mar, los que tenían una vida entera por contar a la luz de una linterna de gas y con una vaso de vino. Siempre había quien quisiera escuchar las mil y una historias que en El Falucho se vivían diariamente, desde la salida al ocaso del sol .

El visitante desconocido le había avisado mediante uno de aquellos mozalbetes hambrientos que pululaban por las frías callejas del puerto, que mendigaban aquí y allá por un trozo de pan y algunos reales de vellón. Pedrín, que se hacía llamar el chicuelo, tocó en el pomo de la desvencijada puerta de nadera que apenas se sujetaba por dos podridas bisagras oxidadas, ya que la tercera se había caído de un portazo, siendo cerca de las once de la noche.

A esa hora, en un pueblo como Tarifa, con varios días seguidos de levante fuerte, casi el invierno al caer, frío a raudales, y ni un alma en las calles, que alguien llamara a su casa no podía ser para nada bueno. Abrió poco a poco la puerta, esperando alguna desgracia, y se sorprendió al ver un mozo de apenas doce años, tiritando de frío, pero con una cara de satisfacción como pocas se veían por aquellos contornos.

“ Un señor que se aloja en la Hospedería me ha dicho que le buscara y que le dijese que mañana a las siete de la mañana le espera en el bar del Puerto “. Dijo el chiquillo con una voz atemorizada.

.- ¿ Quién es?,

.- No sé, señor.

.- Solo sé que por su voz no parece de aquí, quizás sea extranjero, estoy casi seguro.

¿ No te ha dicho que para qué quiere verme ¿

.- No, sólo dijo que hiciera todo lo posible por localizarle y que le dijese el mensaje que me pidió.

¿ Y te ha pagado por ello ¿

Sí. El semblante del niño cambió en ese momento.
¿ Cuanto ¿, preguntó interesado Guzmán.

Cuarenta reales de vellón, señor.

Abortargado por la botella de vino que se había tomado a lo largo de la noche, le pareció no oír bien las palabras.

¿ Cuanto has dicho ¿,

“ Lo que usted ha oído “. La voz se iba haciendo cada vez más segura y relajada.

Esta bien Pedrín, ya veré si voy o no.

Cerró la puerta, y quedó toda el día absorto en sus pensamientos.

lunes, 7 de julio de 2008

Diario de una náufraga

Día uno.

Hoy, después de no sé cuantos días, comienzo este diario que bautizaré como el de la desesperación.

En este pequeño cuaderno perdido por mi habitación, hoy solamente quiero decir que ya no puedo llorar más, necesito que alguien me escuche, aunque estoy segura de que nadie lo hará.

Día dos.

Me siento como Robinson Crusoe en una isla desierta, soy una náufraga solo que él tenía la esperanza de que un barco lo rescatase, yo no.

Día veinte.

Hoy he decidido que tengo que escribir lo que me pasó o me volveré loca.

Todo sucedió aquella mañana cuando me levanté de dormir, recuerdo que era sábado porque no tenía que trabajar. Extrañé no oír ningún ruido cuando la casa de mis padres los fines de semana era un jolgorio permanente. Llamé a mi madre, pero nadie respondió. Pensé entonces que habrían salido de compras. Su móvil daba llamada pero no había respuesta, tampoco el de mi padre. Me vestí a toda prisa, salí a la calle, pero del bullicio no quedaba nada, sólo el ruido de los pájaros cantando en los árboles. Empecé a impacientarme, cogí mi coche y me di una vuelta por el pueblo: Era un desierto, ni siquiera en el mercado había ni rastro de personas.

Grité, grité y grité, chillé con todas mis fuerzas, pero mi eco se propagaba hasta el final de las calles y me lo devolvía amplificado por diez. Aquello no podía ser real, tenía que ser una pesadilla. Me pellizqué la cara por si estaba dormida, pero para mi desgracia, me dolió.

Salí del pueblo en dirección a la ciudad que estaba a cinco minutos, pero algo muy raro pasaba cuando no me encontré con ningún coche, moto ni ciclista. La carretera para mi sola.

Mi desesperación iba en aumento, pero se convirtió en llanto cuando me recorrí cada plazuela, cada esquina, rincón, avenida o casa y no encontré rastro de persona alguna.

Era como si todos se hubieran esfumado mientras yo dormía.

El viento aullando en las esquinas era mi único acompañante.

Entré en un bar que estaba abierto, el único ruido era el de la máquina tragaperras, puse la tele, pero allí no salía nada ni nadie.

Desde entonces han pasado demasiados días y sigo aquí sola, sin esperanza ni futuro.

Día treinta y cinco:

Continúo escribiendo este diario porque es lo único que me anima a seguir viviendo, aunque hoy ha sucedido un hecho que me ha alarmado.

No sé si me estoy volviendo loca, pero hoy he visto una línea roja subrayada sobre
la última línea escrita, cuando solo utilizo el bolígrafo azul.

Día cincuenta y dos:

Alguien ha escrito en rojo “ No estás sola “.

martes, 1 de julio de 2008

10.000

La vida de Miguel se resumía en cuidar un pequeño rebaño de cabras en la montaña. Vivía en una casa a medio kilómetro del pueblo. No tenían luz, y sus padres se apañaban con una pequeña batería y la chimenea que les daba calor en las frías noches de invierno.

Nunca fue a la escuela porque su padre decía que las cabras no podían estar solas por el monte y casi desde que comenzó a andar la sierra no tenía escondite para él. Allí era feliz, sabía donde estaba cada madriguera, cada nido, cada ruta de caza de las alimañas, y aunque siempre estaba solo, aquél era su mundo, donde se encontraba seguro.

Cada dos días bajaba al pueblo y compraba algo de carne para el puchero en el pequeño mercado de abastos con el poco dinero que sus padres podían ahorrar.

Pero un día, cumplidos los doce años, sucedió algo que le desconcertó sobremanera. Estaba esperando para que le atendieran, cuando Gaspar, le dijo que se esperaba un poco. Cuando terminó de atender, el carnicero le dio un cuaderno con las hojas en blanco y le comentó:

- Te voy a enseñar a leer, y a escribir, eso es muy necesario para la vida.

Pero para qué voy a querer eso en la montaña con las cabras.

Y así fue como Miguel el cabrero aprendió a saber distinguir unas letras de las otras, a saber cuantas cabras tenía o cuanto le podían pagar por cada una de ellas y todo lo apuntaba en su pequeño cuaderno que se iba llenando poco a poco.

Pero lo que más le impresionó fueron los números más que las letras.

Un día, sentado en el risco donde se divisaba todo el pueblo, pensó que porqué no sería capaz de contar hasta diez mil, pero como era un poco aburrido, decidió que cada coche que pasara por la carretera lo apuntaría en su cuaderno.

Pasó un día, y otro, y otro, pero el pueblo era muy pequeño y el número mágico no llegaba, así que se buscó una piedra más alta donde pudiera ver más amplitud de camino y todos los días, Miguel dejaba pasar las horas contando coches hasta llegar a los diez mil.
Pasó un año, pero Miguel siguió constante.

Buscó el pico más alto de la montaña, el paisaje era maravilloso, hasta el mar en los días claros podía ver y allí, a la caída de una tarde de primavera, un coche rojo que pasó en dirección a Cádiz fue su número mágico.

Lo había conseguido. Con un cincel y un martillo grabó en la piedra, 10.000.

Supo en ese momento que todos los retos que se propusiera sería capaz de realizarlos.

Desde entonces, a esa piedra se la conoce como el tajo de Miguel.

lunes, 30 de junio de 2008

La felicidad

" Hace mucho tiempo en un pueblecito de la sierra vivía un leñador muy pobre.

Ahorró algún dinero trabajando de la mañana a la noche. Cuando pensó que tenía suficiente dijo al muchacho: - No quiero que pases toda la vida siendo un pobre hombre como yo. Irás a la ciudad para estudiar “.

Su voz es melodiosa, acaricia cada palabra antes de que salga de su boca.

Pedro la oye embobado, para él es su ángel particular.

- ¿ Estás dormido ?.

.No, no podría aunque quisiera.

- Pues continúo:

“ El chico hizo lo que su padre deseaba, era muy estudioso … “

Ella se llama Mercedes, y Pedro no la ha visto nunca, pero no importa.

Todas las noches a la misma hora suena el teléfono y él lo descuelga con emoción y nervios, ella nunca le defrauda.

Pedro tiene noventa años, vive solo, los achaques le pueden, pero es feliz porque ella siempre está ahí para contarle un cuento antes de irse a dormir.

Mercedes dice que lo hace porque nunca tuvo un abuelo a quién cuidar y que se siente bien leyendo un ratito aunque sea por teléfono.

“ El muchacho le enseñó lo que tenía y el pobre hombre estuvo a punto de desmayarse. Al cabo de un tiempo se hizo un médico famoso, no sólo por lo que sabía, sino porque el pañuelo le servía para curar todas las heridas “. *

- “ Muac “.

Pedro también se despide y se mete bajo las sábanas.

Minúsculas lágrimas inundan sus mejillas.

* Sacado del cuento “ El genio de la Botella “ de los hermanos Grim.

" Poesía en sus manos "

" Un cosquilleo le corría por el cuerpo. No era miedo, definitivamente no. Tiempo atrás, un querido amigo le había dicho que el miedo habita en nuestro interior, y que si conseguimos vencerlo, nada ni nadie nos amedrentará, ni siquiera la muerte. Tomó esa premisa en su vida.

Lo que sentía en ese momento eran nervios ante el encuentro. Ya se había repetido en muchas otras ocasiones, pero para él, los momentos que precedían al acto resultaban ser tan excitantes como la primera vez.

Además, no estaba en la intimidad de su habitación, había gente, mucha gente frente a ambos, y luces, y focos, y tantas cosas…

El se acercó a ella, la tomó en su regazo, y con sus hábiles manos fue acariciándola de manera suave y deliciosa, con maestría.

Ella se dejaba hacer con la sumisión de quién se entrega a un amante experto.

Los dedos fueron sacando de ella melodiosos gemidos, susurros, sus cuerpos se fueron poco a poco fusionando.

Ella en cada nota iba expresando su idílico amor por él.

Ni un quejío, ni un grito, ni un lamento.

Ni siquiera cuando sus dedos la hacían vibrar con fuerza.

Ahora no importaba el público, en esos momentos perdía la noción del tiempo, sólo ella y él, sólo él y ella.

Ella era poesía entre sus manos.

Sus almas se fueron desnudando hasta llegar el clímax final ".


Esto surgió una noche que vi tocar a Jose Del Valle, maravilloso acariciador de la guitarra flamenca y seguramente el facinense más internacional.

Duende

Hay un duende que navega por las aguas del Atlántico cerca de la Tacita de Plata y que de vez en cuando se asoma a mi ventana.

Cuando ese momento mágico llega, se muestra en toda su intensidad.

Camuflado en un personaje humorístico con gracia a raudales, enamorado de la semana Santa y de su Carnaval de Cádiz, si quisiera, cada noche nos embobaría a todos con una profundidad a la que yo no puedo llegar así viviera tres vidas.

Aquí va un poco de su mundo interior:

“ La inteligencia es una mujer que se impregna con la fragancia de una buena educación se engalana en una vida hostil y marca una diferencia que abruma a los luceros que tienen la osadía o certeza de ver más allá de lo que da un horizonte bonito. Daremos fe entonces de que la inteligencia es una mujer hermosa, aunque devaluada.

Seguirá siendo siempre la montaña más llana a la que los necios no pueden escalar “.

martes, 24 de junio de 2008


En el día de mi cumpleaños, ayer, y mi santo, hoy, además del montón de regalos que me he llevado de mi gente, este año me he querido dar un pequeño capricho.
Podéis pensar que soy un infantil, pero me he comprado un submarino de Playmobil, los antiguos, Clics. Iba buscando el barco pirata pero no lo he encontrado. Ya caerá para los reyes. Y aunque lo compartiré con el Peter Pan Bético, es mi juguete que quiero guardar por muchos años.
Soy de la generación que creció jugando con los Geyperman, los Clics, los Airganboys y las bolsitas con indios y pistoleros en miniatura. Esa que se emocionaba leyendo a " Los Cinco ", que veía a Mazinger Zeta, los payasos de la tele y sobre todo la maravillosa " bola de cristal ". Lo que daría por poder retroceder en el tiempo aunque solo fuera durante una hora y poder revivir aquellos sábados por la mañana.
Hoy que los niños tienen prácticamente todo lo que desean, que a veces no saben apreciar los juguetes, que no juegan apenas en la calle y que se aislan en sus videojuegos, reinvindico pegar pelotazos, jugar a las carreras de chapas, a los bolos apostando, al baloncesto en canastas hechas con alambre y amarradas a una palmera, al tenis sin red pintando en la acera los campos, a las cartas en las calurosas tardes de verano, a correr por el campo, a hacer muñecos de barro cuando llovía, o simplemente a disfrutar de cada juguete por pequeño que fuera.

sábado, 21 de junio de 2008

756909023


Llamo al número que tengo grabado en el teléfono.

No contesta nadie.

Al igual que ayer.

Y que anteayer.

Y que hace un año.

Me da igual.

Todas las noches llamo a la misma hora, las diez de la noche.

No tiene contestador.

Todo empezó aquél día en que me encontraba solo y me inventé un número.

Casualmente marqué y daba tono.

Desde entonces no he faltado ni un solo día.

Programo mi vida para que a la hora determinada pueda llamar.

Por eso no salgo por las noches.

Ya no quedo con nadie.

No sé si será obsesión o ilusión por si alguien contestase.

Aunque si llegara ese día, creo que colgaría inmediatamente.

No sé a quién llamo.

Si es hombre o mujer.

Si está casado, soltera o tiene niños.

Sólo sé que hay un número al que tengo que llamar a las diez de la noche.

Podrías ser tú…

jueves, 19 de junio de 2008

Miedo

Suaves gotas de lluvia caen sobre los cristales de la ventana. Dentro un anciano llora; podría hacerlo por muchas razones, soledad, melancolía o simplemente tristeza.

Pero hay otra más poderosa.

Demasiados años esquivándolo, setenta y muchos, que más da, ya está aquí.

El trabajo, la televisión, las pequeñas cosas, alguna salida esporádica, imposible ocultarlo siempre.

Unos minutos antes, mirando el maravilloso paisaje que se adivinaba desde su habitación del asilo, Román había sentido lo que nunca quiso que llegara.

Las preguntas sin respuesta, los quejidos ya no sirven.

El hombre siente que la vida se le ha ido en un soplo.

Ese pensamiento que logró apartar de su mente tanto tiempo ahora llega para no abandonarlo jamás, hasta el último día.

Había dejado que el miedo se apoderara de su vida creando una urna donde refugiarse de todo y de todos.

Miedo a viajar, a conocer a otras personas, a nuevos sabores, miedo a olores, miedo a las novedades, miedo a las sensaciones, a todo lo que se escapara de su escondite personal.

Miedo al miedo.

El hombre grita:

Maldito seas miedo.

Y ahora después de tantos años me abandonas, me dejas para que yo abra los ojos, salga de mi mundo, mire hacia atrás.

Ya es tarde, ya no puedo vivir, ya solo me queda lamentarme.

Las lágrimas caen mejilla abajo.

En la radio suena: “ Viaje a Orlando por solo ochocientos euros, los niños setecientos, aproveche la ocasión “.

miércoles, 18 de junio de 2008

" Tomo aire "

Tomo aire y respiro hondo.

En estos dos últimos meses llevo vividas muchas sensaciones, casi todas buenas, alguna amarga pero creo que pasajera y muchas alegrías.
La última la viví hace apenas una semana. Pocas veces una llamada al móvil te puede llenar tanto. Intentaré explicarla: Cuando uno se va del lugar donde ha pasado su infancia y una parte importante de su vida, un cachito de su alma se queda allí. En las alforjas me llevé de mi pueblo muchos recuerdos, también bastante nostalgia, amigos que se quedaron, pero sobre todo, el sentimiento de que aunque viva en Sevilla o donde sea, siempre sera mi pueblo.
Por eso cuando me llamaron del Ayuntamiento y me dijeron que si quería ser pregonero de las fiestas de este año, un cosquilleo me entró por el cuerpo, desde la punta del pie hasta la coronilla, no podía ser, pensé, porqué yo.
¡ Pues claro que sí !
¿ Cómo iba a decir que no a una cosa con la que había soñado tanto tiempo ?.
Desde entonces los recuerdos se agolpan en mi mente unos detrás de otros esperando que los guarde en algún sitio y que el día 13 de Agosto salgan todos fuera pero con orden, con sentimiento y con cariño hacia los míos.

jueves, 12 de junio de 2008

" El último hombre libre "


Miles de gotas caen sobre las hojas de los delgados eucaliptos creando una melodía de sonidos. En el jaguarzo más intrincado del bosque canta un ruiseñor, a lo lejos suena el toque seco sobre un árbol de un pájaro carpintero y el “ cu-cu “ se oye aquí y allá.

Es primavera.

Un mirlo esquivo cruza delante de la cueva de la que sale la música suave de una armónica, que se confunde con el resto de sonidos de la naturaleza.
Allí, en ese pequeño abrigo a cubierto del viento de levante, vive Bartolo, quizás el último hombre libre en sentido más amplio de la palabra.

Un saco de esparto cargado de latas de comida, una manta, algunos pitillos, ( “celtas cortos “ ) y un rato de charla diario en la puerta de la barbería del maestro, en el estanco o en la calle es lo que necesita para ser feliz.

Tiene familia pero prefiere la montaña, sin ataduras, sin dinero pero libre. No necesita nada más, bueno sí, su inseparable armónica que es su fiel compañera.

En Facinas siempre se les decía a los niños que si no se iban a dormir venía el hombre del saco, pero los niños del pueblo ya lo conocen y nada temen de él.
Es un hombre bueno que aplica una filosofía de vida: Vivir en paz con todos…

El ruiseñor sigue cantando como cada primavera, pero ya no se oye el sonido de la armónica en el bosque, hace años que Bartolo nos dejó, pero nos queda el recuerdo de alguien diferente, quizás el último hombre libre…

Las suaves gotas caen sobre las hojas de los árboles...

miércoles, 11 de junio de 2008

" Peter Pan es bético "

Desde que comenzó a hablar, Juan José decía que él era del Betis.
Nunca he llegado a descubrir el porqué de esa afición. Yo no se la he inculcado, porque aunque me gusta mucho el fútbol, mis colores no van por ahí, ni por los de la acera de enfrente.
Me imagino que en su guardería algunos niños le dirían que eran del Betis, y él para no ser menos, pues también. Seguro que ayuda el hecho de que su tío le regalase una equipación completa, pero tampoco está tan encima de él como para que tomase esas influencias.
No ha estado nunca en el campo, y creo que ni siquiera ha pasado por allí, aunque algún día debería llevarlo a ver qué reacción tiene.
El caso es que el chiquitín lo vive tanto que, para Juan el color verde es " el verde del betis ". Come con platos verdes, bebe con vasos verdes y hasta tiene una pelota verde del betis.
Pero como los niños nunca dejan de sorprenderte, el otro día estaba viendo una película con su hermana y de pronto me dijo:
" Papá, Peter Pan es del Betis "
Y será así.

martes, 10 de junio de 2008

" Opresión "

Vivimos tiempos difíciles en los que en muchas ocasiones encontrar un trabajo es casi una utopía, y que cuando se tiene, hay gente que daría todo por no perderlo.

Esta es una alegoría en un tiempo indeterminado y en un lugar cualquiera:
La vida de Fabrizzio era el vivo ejemplo del padre desesperado, cincuentón, con dos hijos pequeños que mantener y sin trabajo.

Pero un día vio un anuncio en el periódico y sin pensárselo acudió a la entrevista.

No había más candidatos y quién lo recibió le dijo que empezaría el día siguiente.

A los pocos meses, en la empresa le dijeron que para continuar trabajando le tenían que cortar una oreja.

Fabrizzio aceptó.

Al poco tiempo, le pidieron la otra oreja.

Fabrizzio aceptó.

Algunos meses después le amenazaron con echarlo a la calle si no accedía a que le cortaran un brazo.

Fabrizzio aceptó.

Más tarde le enseñaron una foto de sus hijos y le exigieron el otro brazo para que continuase allí.

Fabrizzio aceptó.

Un día, ellos le pidieron su cabeza para mantener el trabajo.

y…

Fabrizzio aceptó.

domingo, 8 de junio de 2008

" La promesa "

Para Jean Jacques, aquel día estaba siendo demasiado difícil. Desde que pasadas las cuatro de la mañana, su madre le llamara comunicándole el fatal desenlace, supo que el 07 de Abril de 1973, se iba a convertir en el día más duro de su corta vida. Y es que para un chico de apenas dieciséis años, despedirse de su abuelo era la peor noticia que podía recibir, máxime cuando había crecido junto al genio y lo sentía como su padre.

Había cogido un vuelo directo desde Oxford donde estudiaba y confiaba que llegaría a tiempo para el entierro. Llegó a Paris pasada ya una hora del mediodía y se fue directo al tanatorio donde le esperaban todos, incluido Pierre, su padre, al que no veía desde hacía varios años, y con el que se besó fríamente.

Durante el día, con la vorágine de fotógrafos y cámaras, la familia, las condolencias y los preparativos del funeral, apenas había tenido tiempo de pensar.

Pero cuando le dieron el último adiós en el jardín de Castillo de Vauvenargues, fue tomando verdadera dimensión de su situación. Había perdido para siempre a su mejor amigo, con el que se apoyaba siempre que tenía un problema, el maestro de todos y lo peor de todo, era que no le cabía ningún consuelo por más que Elice, su madre, lo intentara. Lloró y lloró no supo cuanto tiempo ni donde, y sólo cuando se cansó de llorar, sintió que la pena se iba transformando por segundos en duda e incertidumbre. Debía cumplir una promesa y tenía pocas horas para hacerlo. No sabía si sería capaz ni siquiera si tendría fuerzas.

Dos años antes, Pablo le había confesado un deseo a su nieto. En un principio, éste pensó que era una broma, pero conociéndole poco propicio a ellas, y viendo que el maestro fruncía el ceño, le preguntó el porqué. Podía haberle contestado que los genios no tienen que dar explicaciones, pero la que le dio le convenció. Le hizo jurar que cumpliría la promesa el mismo día que su abuelo falleciese, ni un día más. Si se negara a ejecutarla, el alma de Picasso le perseguiría el resto de su existencia.

Ahora estaba allí, en la casa del genio, llorándole y ahogado en las dudas. Tampoco podía contárselo a nadie, y eso le ponía más nervioso aún. Había mantenido el secreto más absoluto, y así debería ser durante toda su vida.

Pero ¿ cómo iba a hacer una cosa de la que quizás se arrepentiría siempre ? Pero si no la llevaba a cabo, también se lamentaría.

Cogió fuerzas del fondo de su alma y se decidió a ejecutar la promesa.

Casi toda la familia se había marchado ya, los pocos que quedaban hablaban silenciosamente abajo en el salón principal de la rue de Aix-San Provence. En la primera planta, donde él estaba no había nadie y además no sabían que estaba allí. Unos minutos antes había dicho que necesitaba tomar el aire y que iría a dar una vuelta. Había cogido un cuchillo de la cocina disimuladamente.

Respiró hondo y se dirigió al taller principal del maestro, donde yacían algunas de las obras inacabadas, pero también algunas de sus joyas pictóricas.
Al fondo, casi entre tinieblas, lo distinguió. Las piernas le temblaban pero tomó valor y se acercó a él hasta casi tocarlo. Era un cuadro no demasiado grande, muy luminoso y expresivo. La policromía de colores hacía que deslumbrara. Pablo se lo había mostrado por primera vez la noche de la promesa y le había dicho que era su alma hecha pintura. Quizás no fuera su mejor cuadro en su opinión, pero sí el que había sido capaz de plasmar en toda su intensidad el mundo interior de Pablo Ruiz Picasso.

Y él era el elegido para destruirlo, el que debía hacerlo desaparecer para siempre, según los designios del maestro, el que debía privar al mundo de esa auténtica maravilla, el que tenía que evitar una auténtica lucha de su familia por no haber sido incluido voluntariamente en su testamento, el ejecutor.

Nadie tendría en un futuro derecho a disfrutar de “ La promesa “, como así lo había bautizado. Qué sarcasmo, que ironía de su abuelo.

Faltaban pocos minutos para la medianoche cuando se decidió por fin a acabar con él. Sacó el cuchillo del bolsillo y con la mano derecha fue a clavarlo en la tela del cuadro cuando a sus espaldas oyó un ruido. Bajó la mano disimuladamente y miró hacia atrás. Un niño había aparecido y miraba fijamente al lienzo que apenas un segundo antes, él había intentado masacrar. Durante unos minutos ni siquiera pestañeó. No se atrevió a preguntarle qué hacía allí ni quién era.

Simplemente le miró fijamente a los ojos y vio en ellos el alma de Pablo Ruiz Picasso.

viernes, 6 de junio de 2008

" Inconsciencia "

"Te creías el rey del mundo.

Pero en tu ser interno sabías que la insensatez te perdería.

Los que te rodeábamos y estábamos a tu alrededor te lo aguantábamos todo.

Tus padres, tu novia, tus amigos, yo misma, te habíamos advertido que tus ansias por ser el primero eran desmedidas e injustificadas.

No se trataba de ganar, era la ansiedad que llegaba a asustarnos, tu boca desencajada, las pupilas dilatadas, el no poder parar por ti mismo, el desenfreno y al final, el pique que te llevaba a hacer las mayores tonterías por demostrarnos a todos quién eras tú, Raúl, el mejor.

Pero como suele pasar en esta vida, en un momento cualquiera se puede caer y tú eres el ejemplo de ello.

Esa tarde te tiraste en el sofá después de comer, mientras veías la tele. Era otoño y aunque en la calle el frío se dejaba notar, solo llevabas puesto un jersey marrón sin camiseta interior porque tenías que marcar figura.

En un momento notaste que había un hilo colgando, tiraste de él, pero éste no provenía del sofá, era de tu jersey. Sabías que tu madre tenía tijeras de coser, pero como ella no estaba, te daba pereza buscarlas. Seguiste tirando del hilo color marrón, pero el maldito no tenía fin. Intentaste romperlo con los dedos pero se resistía. En un principio salía de la parte baja de la prenda, pero se perdía en el enmarañado del tejido. Te picaste con él como si fuera una partida de la play, tiraste y el maldito seguía cayendo en el sofá, pero no tenía fin.

Entre los cojines, tú y la maraña casi no se veía el color del sofá, pero aún así no parabas.

En un momento de lucidez pensaste en dejarlo, pero las ansias de terminar con él te podían y continuaste por una manga, luego la otra, más tarde el cuello.

Aunque del jersey no quedaban más que jirones desordenados por el cuerpo, tú seguías como si fuesen marcianos a los que había que exterminar.

Por fin llegaste hasta el pecho y ahí ya no quedaba más que el último trozo. Tiraste con todas tus fuerzas de él, y todo se deshizo cayendo al suelo.

Respiraste hondo y miraste hacia abajo. La montaña que había caído del sofá era importante, pero al sentarte un pequeño hilo no había caído como los demás.

Lo empujaste pero el hilo seguía firmamente sujeto a tu pecho, tiraste y ahora el color del mismo no era marrón, era color carne y no se acababa.

Un ataque de pánico se apoderó de tu cabeza, un escalofrío te recorrió el cuerpo, un sudor frío se instaló en tu frente. Pero no podías parar, el hilo estaba introducido en tu cuerpo y cada vez que tirabas de él iba atravesando más y más pliegues de tu piel, hasta que el color se fue transformando en un rojo intenso; ya no era de tacto suave, sino más bien filamentoso, sangriento.

Sabías que debías enfrentarte a tu última partida y que debías llegar hasta el final del juego y ser el primero.

Tu corazón era el destino y lo conseguirías
".
A Miguel, que quería una historia más larga, gracias por leerme.

jueves, 5 de junio de 2008

" A mi padre "

Esta noche, mirando al cielo que dejaba ver algunas estrellas y una luna pequeñita, he recordado a mi padre, que nos dejó hace varios años.
Su recuerdo viene a mi y así lo siento más cerca.
Cuando era pequeño, él, que era un humilde molinero y panadero en mi pueblo, me recitaba de memoria pasajes del " Quijote "; se lo había leído entero varias veces.
Es una deuda que tengo pendiente, ya que aunque es un libro que me apasiona, no he sido capaz aún de leérmelo.
Este es un pequeño homenaje a Juan., un hombre bueno.

Dice así:

" Dijo don Quijote puesto en cólera, “ don hijo de la gran puta, don Ginesillo de Paropillo, Ginesillo de Pasamonte o como os llaméis, que tenéis que ir vos solo, rabo entre las piernas, con toda la cadena a cuestas “.

lunes, 2 de junio de 2008

" Un cachito de mi memoria "

Hoy estoy un poco jodido, ayer lo estaba más.
Estaba pasando un fin de semana de maravilla con mis hijos, mi mujer y mis amigos, pero el despiste, ese gran defecto que me acompaña, hizo que me dejara una puerta del coche abierta. Y..., lo que podéis imaginar pasó. Me había dejado la mochila con los walkman ( creo que es un poco antiguo decirlo así ), y sobre todo la cámara de fotos.
No me considero materialista, porque me robaran una radio vieja y una cámara que no me había costado dinero no me iba a amargar, pero lo que verdaderamente me jodió es que con la cámara se llevaron ciento ciencuenta cachitos de mis recuerdos recientes que la memoria no va a retener por mucho que yo lo intente.
Nadie me va a devolver el primer baño de mi bebé, ni las carantoñas con sus hermanos, ni su primer fin de semana en la playa, ni los atardeceres en el mar, ni las cruces de Mayo, ni el encuentro con amigos, ni los títeres de la feria del libro de Montequinto y sobre todo, evolución de su carita de un mes al día de hoy.
Por lo menos me consuela que alguien me escuche.
Así que lo que me queda es pedirme una cámara por mi cumpleaños que ya queda muy poco y emborracharme de hacer fotos.